REFLEXIONES SOBRE LA HUMILDAD, SIGUIENDO A BERNARDO DE CLARAVAL (I)






Humildad:
- Ausencia completa de orgullo.
· Virtud cristiana contrapuesta al orgullo.
· Sumisión.
· Condición inferior.

LOS DOCE GRADOS DE HUMILDAD.

· Abstenerse por temor de Dios y en todo momento de cualquier pecado.
· No amar la propia voluntad.
· Someterse a los superiores con toda obediencia.
· Abrazar por obediencia y pacientemente las cosas ásperas y duras.
· Confesar sus pecados.
· Juzgarse indigno e inútil para todo.
· Reconocerse como el más despreciable de todos.
· No salirse de la norma común del monasterio
· Esperar a ser preguntado para hablar.
· No ser de risa fácil.
· Expresarse con parquedad y juiciosamente sin levantar la voz.
· Mostrar siempre humildad en el corazón y en el cuerpo, con los ojos clavados en tierra.

Estos son los grados de humildad que debemos seguir. Los dos primeros, incluso fuera de los claustros del monasterio; desde el tercer grado es una ascensión que corresponde a los que viven bajo un superior.

Cuando el Maestro dice: “Yo Soy el camino, la verdad y la vida”, nos muestra el esfuerzo del camino y el premio del esfuerzo. A la humildad se le llama camino que lleva a la verdad. La humildad es el esfuerzo; la verdad, el premio al esfuerzo.

También dijo: “Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón”. Se propone como ejemplo de humildad y como modelo de mansedumbre. Quien lo imita, no anda en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Y ¿qué es la luz de la vida sino la verdad? La verdad ilumina a todo hombre que viene a este mundo; indica dónde está la vida verdadera.

El Maestro grita a los extraviados y a quienes ignoran el camino: Yo Soy el camino; a los que dudan y a quienes no creen: Yo Soy la verdad; y a los que ya suben arrastrando su cansancio: Yo Soy la vida.

Por tanto, queda claro que el conocimiento de la verdad es fruto de la humildad.

Pensar en el siguiente texto: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas, (sin duda haciendo referencia a los secretos de la verdad), a los sabios y prudentes, esto es, a los soberbios, y se las has revelado a los pequeños, es decir, a los humildes. En consecuencia, la verdad se esconde a los soberbios y se revela a los humildes.

La humildad es una virtud que incita al hombre a menospreciarse ante la clara luz de su propio conocimiento. Definición muy adecuada para quienes se han decidido a progresar en el fondo del corazón. Avanzan de virtud en virtud, de grado en grado, hasta llegar a la cima de la humildad.

Se descaminan todos los que abandonan la verdad. Pero estos no quedan desamparados por el Señor, ya que es a éstos, a los que ofrece como Ley el camino de la humildad. De esta forma podrán volver al Conocimiento de la verdad. Les brinda la ocasión de reconquistar la salvación, porque es amable. Pero, sin menoscabar la disciplina de la Ley, porque es recto. Es amable, porque no se resigna a que se pierdan; es cierto, porque no se le pasa el castigo merecido.

El Señor es la verdad, que no puede engañarse ni engañar. Desde lo más alto de la rampa estaba mirando a los hijos de los hombres para ver si había alguno sensato que buscase a Dios. Y el Señor, conocedor de los suyos, desde lo alto está clamando a los que le buscan: Venid a Mí todos los que me deseáis y saciaos de mis frutos; y también: Venid a Mí todos los que estáis rendidos y abrumados, que Yo os daré respiro.

Según San Benito, una vez subidos todos los grados de la humildad, se llega enseguida a la caridad. Con ella se sirven también la paz, la paciencia, la bondad, la entereza de ánimo, el gozo en el Espíritu Santo y todos los demás frutos y virtudes que tienen por raíz la verdad o la sabiduría.

En el camino de la humildad, se busca la verdad, se encuentra la caridad y se comparten los frutos de la sabiduría. El fin de la Ley es Cristo; y la perfección de la humildad, el Conocimiento de la verdad. Cristo, cuando vino al mundo, trajo la Gracia. La verdad, cuando se revela, ofrece la caridad. Pero siempre se manifiesta a los humildes. Por ello, la Gracia se da a los humildes.


(continuará)


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