EL TEMPLE Y SUS MISTERIOS V




Los principios de la Orden III


Su Milicia


La milicia del Temple, se batió sin descanso ni apartarse de su lema sagrado que decía “no rehusar nunca el combate”. Entre 1.128 y 1.295, fecha del abandono de Tierra Santa, se sucedieron 22 Grandes Maestres, siendo el último de esa etapa de la Militia Dei, Jacques de Molay.

Esta epopeya, fue compartida con la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, que no se distinguían de los Templarios más que por el hábito, pues llevaban la capa roja y la cruz blanca, siendo su objetivo estrictamente secular y su acción civil, infinitamente menor que la de los Templarios, pero nada revela su relación directa con el cuerpo de constructores religiosos, siempre necesitados de alguna forma de Iniciación.


Qué supuso la Orden del Temple para Occidente

Poco importa si los Templarios mantuvieron o nó relaciones particulares con los musulmanes, que desde luego fueron mucho más que civiles, pero es evidente que los iniciados superiores, no tenían ninguna necesidad de acudir a fuentes musulmanas, cuando tenían a su disposición nada menos que las Tablas de la Ley, y habiendo cumplido su primera misión, que era la de llevar a Occidente las Tablas, su presencia en oriente ya no tenía otro sentido que defender Tierra Santa, que era una forma de promocionar la Caballería y de enriquecerse.

Su segunda misión,(entre otras más profundas a nivel espiritual) la verdadera, fue la misión social y los privilegios que los Papas les otorgaron, que fueron exorbitantes para la época. Desde sus principios, el Temple fue eclesiástico y como tal, se situó fuera de las jurisdicciones señoriales y reales, incluido el tema de los impuestos o tributos, y como monjes, disfrutaban del derecho de asilo en sus recintos.

También estaban fuera de la jurisdicción clerical, puesto que dependían exclusivamente del papado. Por tanto, las Encomiendas eran a la vez un Estado dentro del Estado y una Iglesia dentro de la Iglesia.

Una vez retornados los nueve caballeros con su preciosa carga, para San Bernardo, toda la camorra levantada en Levante no fue más que una coartada que le permitió extender su nueva Orden y él no hizo nada para activar la Cruzada, que sólo pudo partir cuando él ya había muerto. ¿Cuál fue entonces la misión que Bernardo confió al Temple. Pues nada más y nada menos que una revolución.

El Temple poseía fortalezas, pero eran escasas; hubo otras ganadas a los musulmanes en España y Portugal y otras construidas con finalidad estrictamente militar, sobre todo en las costas. Solían ser cuadradas, con cuatro torres en los ángulos, y con un sistema de fosos, a veces con un lago artificial, ya que como la Regla restringía el consumo de carnes, el lago era a la vez una defensa, un abrevadero y un vivero para pescados.

Dentro estaba la Casa Madre, que era el monasterio donde se albergaban los caballeros y el comendador. Allí también, estaba la capilla de los caballeros, cuadrada o rectangular y generalmente sin aberturas. Luego, había una iglesia que era pública. Había otras edificaciones; La granja, la hospedería y otras para los artesanos. Pero la parte monacal, se separaba del resto con un gran muro, ya que al personal de la explotación agrícola, les estaba prohibido el acceso al convento, especialmente a las mujeres, pues eran los aposentos de los monjes. A la hospedería, iban viajeros y peregrinos. Fuera, solía haber un hospital y una leprosería.


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