LOS SANTOS DE LA ORDEN DEL TEMPLE (XI)



San Illán, Ermitaño Templario

Junto al castillo Templario de Villalba de Bolobrás (Toledo), se alza un remodelado Santuario, conocido como Ermita de Nuestra Señora de la Antigua, mas conocida por conservar la tumba de San Millán con un pozo milagroso, y como santo lo veneran a pesar de la feroz oposición del clero, que se ha cebado con el miembro más débil de la familia.

Roma había concedido de mala gana la santificación de Isidro y María, y aprovechó que Illán tenía poderosos valedores como eran sus padres. Así, no solo le negaron la canonización sino también que fuera hijo del santo matrimonio y que Illán era una variante de Julián, santo muy conocido desde el medioevo, pero los devotos continuaron su culto a Illán, hijo de dos santos relacionados con el Temple, con los ritos agrícolas y con culto a las aguas, en definitiva, con la fertilidad y fecundidad de la naturaleza, personificadas en las devociones de sus padres en las tres Vírgenes Negras. Nació Illán a la vez que el Temple, en 1.119, siendo protagonista a los cinco años de un hecho milagroso, pues cayó en un pozo y se ahogó. Puestos en oración sus padres, el agua subió con él encima, vivo y chapoteando. De adolescente, es discípulo de su padre en su técnica de la creación de pozos, sorprendiéndose con la multiplicación de alimentos para los pobres. Cuando tenía 21 años sus padres se separan y él comparte su tiempo con ambos.

Muerto su padre, se va al pueblo de Toledo adquirido por la Orden del Temple, para hacerse ermitaño de Nuestra Señora de la Antigua, una Virgen Negra, junto al castillo de la Orden. A sus 53 años, como donado Templario, de otra Virgen Negra hará brotar con su aguijada fuentes de agua salutífera. Hizo prodigios como su padre con los animales, y murió a los 93 años en 1.212, fechas en las que se apareció su padre en las Navas de Tolosa y al igual que él, hizo milagros y prodigios, e igual que su madre, será venerado dentro de una capilla Templaria bajo la forma de un relicario jefe o cabeza de poder.

Desaparecida la Orden del Temple en el siglo XVII, desapareció el Baphomet y la escultura que lo representaba como un anciano barbudo, con una cruz roja en el pecho, con un libro en la mano izquierda y un bieldo en la derecha. Aquella cruz Tau y roja, era más de lo que la Iglesia estaba dispuesta a consentir, por lo que fue destruída.



San Saturio

En Soria y extinguido el Temple, se nombra la ermita de San Miguel de la Peña donde se venera un cuerpo santo. Nunca se dice que tal reliquia sea de San Saturio (es una calavera), pero el pueblo se empeña en hablar de cuerpo santo. Desde mediados del siglo XVI, la reliquia cobra importancia para rogativas en demanda de lluvias
o librarse de plagas, por lo que se construye la ermita octogonal y se hace un relicario para guardar el “cuerpo santo”. En el 1.600 se nombra por primera vez la Ermita como de San Saturio y a partir de ahí se va creando la nueva personalidad del santo y hasta 1.743 es cuando la Santa Sede, a petición de Felipe V, reconoce la santidad de Saturio y lo incluye en el martirologio romano.

¿No estamos ante una situación al igual que San Isidro, ante las reliquias de un ermitaño Templario?. Recordemos que estaba en una ermita anexa al enclave de San Polo en terrenos de la Orden, y a su extinción, la devoción del santo va en declive pero más tarde va resurgiendo su culto en el Siglo de Oro y también el clero va tomando cartas en el asunto, adoptando al santo a los cánones del momento. La Iglesia no se quebró la cabeza para buscar un suplantador del santo Templario y como en la propia sede de Soria había una iglesia de San Saturnino, no fue difícil pasar de Saturio a Saturnino, le adjudicaron los milagros del santo y asunto concluido. Había nacido San Saturio con la usurpación de la personalidad de algún santo Templario mejor conocido.


(continuará)


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