LOS SANTOS DE LA ORDEN DEL TEMPLE (XIV)



San Jacques de Mailly. Nazareth (Palestina) 1.187.

El Obispo de Acre, amigo del Temple, dedicó una homilía a los Caballeros, advirtiéndoles del pecado del orgullo: “De Dios procede la victoria y el valor”. Parece el reflejo de la historia treinta años antes, entre el IX Gran Maestre Gérard de Ridefort y su Mariscal Jacques de Mailly. Del primero se dice que entró en la Orden por un desengaño amoroso y lo subordinó todo a su venganza personal. Era intrigante y utilizaba a los demás, empujando a Palestina al desastre. Él ingresó en el Temple para progresar más rápidamente y la realidad es que en 1.183 ya era Senescal y en 1.185 es elegido Gran Maestre.

En los enfrentamientos con Saladito, los Maestres deciden atacar a los musulmanes, enviando Gérard un mensajero al Mariscal del Temple Jacques de Mailly con poco más de cuarenta Templarios, para que acuda a la guarnición de la Feve con Templarios y Hospitalarios. Van al noreste de Nazareth para cargar contra los musulmanes, pero la diferencia de tropas era tan grande que el Maestre del Hospital y el Mariscal del Temple aconsejan la retirada. Gérard increpa a Jacques que responde se presentará para morir como un caballero de bien, así que se lanzó contra los musulmanes. Fueron diezmados y Jacques, al ver a su compañero Hospitalario herido, redobló la lucha para defenderlo. Ante este valor, los musulmanes cesaron de combatirlo y formaron un círculo a su alrededor, ofreciéndole la vida a cambio de rendirse. Rechazando eso, acabó abatido por las flechas. Como iba vestido de blanco, creyeron era el San Jorge de los francos. Su cuerpo fue asaltado por los musulmanes que se disputaron sus despojos como talismanes o reliquias y se empapaban con su sangre para adquirir su valor. El hijo de Saladino, dijo que se le enterrase con toda dignidad y como signo de respeto con su espada en la mano.


Tras la pérdida de Jerusalén, la Casa Madre del Temple carecerá de residencia fija, errando entre Toro y Tortosa. Las reliquias de sus héroes y santos se repartirán por esas ciudades, hasta que la toma de San Juan de Acre en 1.191, les permitirá asentar allí la nueva Casa y ahí permanecerá durante cien años hasta que en 1.291 perdida Tierra Santa, se traslada a Chipre donde en 1.307 les sorprende el arresto y exterminación de la Orden.

Las reliquias Templarias de Palestina, fueron enviadas a casas europeas de la Orden, habiendo muchas en iglesias Templarias de España. En Estella (Navarra), los Templarios poseyeron la iglesia de Nuestra Señora de Rocamador, célebre Santuario medieval dedicado a la Virgen Negra protectora de las embarazadas. La iglesia de la Vera Cruz sita en Segovia y Zamarramala, fue construida por la Orden del Temple y allí el frei Dionisio, fue muerto en lucha contra el Islam por defender su iglesia, solo el esqueleto pudo ser enterrado porque fue devorado por los grajos.

En la iglesia de San Bartolomé de Ucero, perteneciente al convento de San Juan del Otero (Segovia), se guardaron las armas celestiales, espada y escudo que el santo dejó caer cuando quiso saltar con su caballo el cañón de Río Lobos. Aunque la espada Templaria más famosa del mundo se pudo contemplar muchos años en el salón del castillo de Ponferrada y era la espada de Jacques de Mailly. Cuando el castillo pasó a la Orden de Santiago, éstos conservaron la espada como cosa honorable, utilizándola para la admisión de nuevos hermanos; y le añadieron un letrero que decía: “Muerto en el fuego, vivo en la Gloria, inmortal en su memoria”. Pronto se difundieron los milagros de Jacques de Mailly y sus reliquias viajaron de un lugar a otro y no sabemos si quedaron en Europa o algún lugar de Chipre y tampoco donde fue a parar su espada, quizás fuera la que luego usó Jacques de Molay, ya que se creía que pasó de un Maestre a otro.

En el medioevo regalar reliquias no era solo para hacerle partícipe de los beneficios espirituales, sino además beneficios económicos y prestigio social. Por eso los nobles, clero y monjes las deseaban y si además eran expuestas, podía convertirse en fuente de ingresos, donaciones y limosnas. Por ello Jacques de Molay, las repartía a las personas adecuadas como una especie de sagrado “soborno”.


(continuará)

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