PINCELADAS EN LA VIDA ALEGÓRICA DE JESÚS (IV)




La posición de “los discípulos” es un tanto confusa en el N.T. Se les muestra yendo tras de Jesús y haciéndole preguntas, pero con poca trascendencia. Según Mateo, son en su mayoría pescadores de mediana edad; y sin embargo, en dos ocasiones en que Jesús los envía en un barco se atemorizan, aún estando Jesús con ellos.

Cuando Jesús quiere curar a una endemoniada de Canaan, ellos lo instan a que no lo haga. Y luego, un poco más adelante, le preguntan por qué ellos no pueden también arrojar demonios, Jesús les contesta que por causa de su incredulidad.

Como hombres simples e indoctos no podían mostrar otras capacidades fuera de la de devoción; y a la hora de prueba, hasta de devoción carecieron.

Cuando, Jesús entró al jardín de Getsemaní, a buscar orando, fortaleza para la prueba que anticipaba, invitó a sus discípulos a velar con Èl; pero todos cayeron dormidos.

Jesús regreso y les reprendió suavemente y volvió a sus oraciones; y entonces los discípulos reasumieron o prestamente su interrumpido dormir.

Cuando los que venían a arrestar a Jesús se presentaron guiados por uno de los discípulos, uno de ellos echó mano a su espada y con ella le cortó la oreja a uno de los sicarios del Sumo Sacerdote; pero: ¿Dónde estaban los otros discípulos?.

El versículo 56 dice que “entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron. Pedro, se dice, reunió coraje suficiente para “ir siguiéndole de lejos”... “para ver cómo terminaba aquello”, pero vehementemente negó a Jesús cuando fue reconocido e interrogado. En la crucifixión, toda la fiel bandada de discípulos estaba ausente, y le tocó a José de Arimatea reclamar el cuerpo de Jesús y darle sepultura.

¿Qué clase de hombres eran estos discípulos, en realidad, para merecer que la Iglesia les canonizara y nos los pusiera de ejemplos para siempre?. ¿No es evidente que debe haber algo incompleto en estos relatos?.

Es cierto que Jesús buscó discípulos, y que por lo menos algunos de ellos quisieron serle fieles hasta la muerte. Observando la conducta de los que fueron convertidos por Pablo, Pedro y otros, después de la muerte de Jesús, para quienes morir en el circo o crucificados no era cosa que les aterrara, es simplemente inconcebible que los discípulos directos, escogidos e inspirados por Jesús mismo, hayan podido manejarse tan mal como dice el N. T.

La única explicación aceptable puede ser la que todos estos hombres, tal como se les pinta en el relato, fueron caracteres alegóricos. Que se trata, una vez más, de hechos históricos tejidos como alegorías. Por ejemplo, los dos episodios de los discípulos sobrecogidos en tempestades marinas. Son prácticamente repeticiones de la alegoría de Jonás.


(continuará)


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