EVANGELIO DÍA 22 DE MARZO




Jesús se dirigió otra vez a la gente diciendo: “Yo Soy la Luz del mundo. El que me siga, tendrá la luz que le da vida y nunca andará en oscuridad”. Los fariseos le dijeron: “Tú estás dando testimonio a favor tuyo, ese testimonio no tiene valor”. Jesús les contestó: “Mi testimonio si tiene valor, aunque lo dé Yo mismo a mi favor, pues Yo sé de donde procedo y a dónde voy. En cambio vosotros no lo sabéis. Vosotros juzgáís según los criterios humanos. Yo no juzgo a nadie y si juzgo, mi juicio es conforme a la verdad, porque no juzgo Yo solo, sino que el Padre que me envió juzga conmigo. En vuestra Ley está escrito, que cuando dos testigos dicen los mismo, su testimonio es válido. Pues bien, Yo Soy un testigo mi favor, y el Padre, que me envió, es el otro testigo”. Le preguntaron: “¿Dónde está tu Padre?”. Jesús les contestó: “Vosotros no me conocéis, ni tampoco a mi Padre, si me conocierais, conoceríais también a mi Padre”. Jesús dijo estas cosas mientras enseñaba en el templo, en el lugar donde estaban las arcas de las ofrendas. Pero nadie le apresó, porque todavía no había llegado Su hora”.
(Juan 8, 12-20)

MEDITACIÓN

Todos nosotros, seguimos a alguien o a algo. Lo importante, es saber si aquello que seguimos nos hace mejores o peores, nos llena de luz o nos sumerge en las tinieblas. Seguir a Jesús, es vivir la vida en su fin y sentido más profundo, que es buscar la bondad y en último fin buscar a Dios.

© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.010