EVANGELIO DÍA 27 DE MARZO





Entonces los fariseos y los jefes de los sacerdotes, reunidos con la Junta Suprema dijeron: “¿Qué haremos?, este hombre está haciendo muchas señales. Si le dejamos seguir, todos van a creer en Él y las autoridades romanas vendrán y destruirán nuestro templo y nuestra nación”. Pero uno de ellos, llamado Caifás, Sumo Sacerdote aquel año les dijo: “Vosotros no sabéis nada. No os dais cuenta de que es mejor que muera un solo hombre por el pueblo y no que toda la nación sea destruida”. Pero Caifás no habló así por su propia cuenta, sino que como era Sumo Sacerdote aquel año, dijo proféticamente que Jesús había de morir por la nación judía , y ni sólo por esta nación, sino también para reunir a todos los hijos de Dios que se hallaban dispersos. Desde aquel día, las autoridades judías tomaron la decisión de matar a Jesús. Por eso, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se marchó de la región de Judea a un lugar cercano al desierto, a un pueblo llamado Efraín. Faltaba poco para la fiesta de la Pascua y mucha gente de los pueblos se dirigían a Jerusalén. Andaban buscando a Jesús y se preguntaban unos a otros en el templo: “¿Qué os parece?, ¿vendrá a la fiesta o no?”.
(Juan 11, 45-57)

MEDITCIÓN

La conciencia nos capacita para distinguir lo justo y bueno frente a lo que no lo es. Cuando relegamos nuestra conciencia a una autoridad, sólo porque así se la valora, por desidia o por pereza, estamos traicionando a Jesús.

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