EVANGELIO DÍA 11 DE ABRIL



Al llegar la noche de ese mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y poniéndose en medio de los discípulos, les saludó diciendo: “¡Paz a vosotros!”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego, Jesús dijo de nuevo: “¡Paz a vosotros!. Cómo el Padre me envió a Mi, también Yo os envío a vosotros”. Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados, y a quienes no se los perdonéis, quedarán sin perdonar”. Tomás, uno de los doce discípulos a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Después le dijeron los otros discípulos: “Hemos visto al Señor”. Tomás les contestó: “Si no veo en sus manos las heridas de los clavos y no meto mi dedo en ellas y mi mano en Su costado, no lo creeré”. Ocho días después, Jesús entró y poniéndose en medio de ellos les saludó diciendo: “¡Paz a vosotros!”·. Luego dijo a Tomás: “Mete aquí tu dedo y mira mis manos y tráete tu mano y métela en mi costado. ¡No seas incrédulo, sino cree!”. Tomás exclamó entonces: “¡Mi Señor y mi Dios!”.

(Juan 20, 19-31)



MEDITACIÓN



La misión del creyente es anunciar el Evangelio. Ora al Señor para que no dejes nunca de anunciar con tu palabra y sobre todo con tu vida, que Dios es Amor. Eres enviado para dar la buena noticia. ¡Siéntete dichoso o dichosa!. Que en esta semana tu presencia en todos los ámbitos en que tu vida se desenvuelve, de fe de la palabra de Dios, irradiando paz y cordialidad.



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