EVANGELIO DÍA 7 DE ABRIL



Dos de los discípulos se dirigían a Emaús. Mientras conversaban, Jesús se les acercó y se puso a caminar a su lado. Jesús preguntó: “¿De donde venís hablando por el camino?”. Le dijeron: “Lo de Jesús de Nazaret, un Profeta poderoso en hechos y palabras delante de Dios. Nosotros teníamos la esperanza de que Él fuese el libertador de Israel, pero han pasado ya tres días. Sin embargo, algunas de las mujeres que están con nosotros nos han asustado, pues fueron de madrugada al sepulcro y no encontraron el cuerpo”. Jesús les dijo entonces: “¡Qué faltos de comprensión sois y cuánto os cuesta creer todo lo que dijeron los Profetas!. ¿Acaso no tenía que sufrir el Mesías estas cosas antes de ser glorificado?”. Luego, se puso a explicarles todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de Él. Al llegar adonde se dirigían, Jesús hizo como si fuera a seguir adelante, pero ellos le obligaron a quedarse diciendo: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y se está haciendo de noche”. Cuando estaban sentados a la mesa, tomó el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En ese momento, se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús, pero Él desapareció. Se dijeron el uno al otro: “¿No es cierto que el corazón nos ardía en el pecho mientras nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?”.

(Lucas 24, 13-35)



MEDITACIÓN



Crecer espiritualmente, significa caminar aprendiendo a sentir la presencia de Jesús en los avatares de la vida. Así se va realizando el camino interior.



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