REFLEXIONES SOBRE LOS VALORES DE LA CABALLERÍA (I)






“Un Caballero de Cristo es un cruzado en todo momento, al hallarse entregado a una doble pelea: Frente a las tentaciones de la carne y la sangre, a la vez que frente a las fuerzas espirituales del cielo. Avanza sin temor, no descuidando lo que pueda suceder a su derecha o a su izquierda, con el pecho cubierto por la cota de malla y el alma bien equipada con la fe. Al contar con estas dos protecciones, no teme a hombres ni a demonio alguno”.



La auténtica Caballería es Iniciática y trasciende por tanto en mucho la religiosidad exotérica en cualquier forma que esta última adopte. Esto se debería grabar en la mente de los muchos que pretenden reducir en nuestros días lo caballeresco a misa y comunión todos los domingos y algún rosario entre semana.



La historia solo ha contemplado la Caballería como una orden militar destinada a librar combates, demostrando no haber comprendido más que su forma exterior, esto es, el cuerpo físico de la institución. En realidad, la Caballería era una organización muy completa basada en el ternario que comprendía: Cuerpo, alma y espíritu.



El honor es una cualidad del alma por la que un hombre se conduce con arreglo a los principios morales más elevados. Cobra pleno sentido y vigencia práctica en la persona y vida de los héroes y de los santos. El honor supone las virtudes cristianas y, entre ellas, la magnanimidad.



El oficio del Caballero es el fin y la intención por los que comenzó la Orden de Caballería.



Por lo que si el Caballero no cumple con el oficio de la Caballería, es contrario a su Orden y a los principios de la Caballería, no siendo por tanto un verdadero Caballero, aunque sea llamado como tal.



El Caballero, debe mantener y defender la santa Fe, por la cual Dios Padre envió a Su Hijo a tomar carne en la gloriosa Virgen, Nuestra Señora Santa María. Dios ha elegido a los Caballeros, para que por la fuerza de las armas venzan y sometan a los infieles, que cada día se afanan en la destrucción de la santa Iglesia. Por eso Dios honra en este mundo y en el otro a tales Caballeros, que son mantenedores y defensores del Oficio de Dios y de la fe por la cual nos hemos de salvar. El Caballero ha de tener fe y usarla.

(continuará)

Copyright. Todos los derechos reservados. Orden de Síón