PEREGRINACIONES A LA ROMA IMPERIAL (II). Historia (XIII)



Si quisiéramos conocer el itinerario de un peregrino de aquella época, desde que entraba en la ciudad de Roma, nos tendremos que limitar a las “siete Iglesias”, que eran la meta de éstos en los antiguos jubileos, a pesar de que había en la ciudad a final de la Edad Media con centenares de iglesias. El peregrino, se dirigía en primer lugar a la Basílica de San Pedro para orar ante la tumba del apóstol. Desde allí, iba al templo de San Pablo, y desde allí, recorría la calle llamada de las Siete Iglesias, visitaba el sepulcro de San Sebastián, en una iglesia que había edificado el Emperador Constantino. Desde allí, iba por la Vía Apia hacia la Basílica de San Juan de Letrán, que era llamada así en honor a la esposa de Constantino, Fausta Augusta Luterano, a quien pertenecía el palacio donde el Emperador construyó la primera iglesia de la cristiandad, el cual luego fue convertido en residencia de los Papas y donde se celebraban los Concilios.



Desde San Juan de Letrán, el peregrino se dirigía a la Basílica de la Santa Cruz, por hallarse en su interior la capilla de Santa Elena, y donde se encontraban valiosa reliquias llevadas desde Palestina a Roma. Después, continuaba hasta Santa María la Mayor, construida sobre el templo de la diosa Cibeles. La última ruta de las Siete Iglesias era la de San Lorenzo, que era una iglesia primitiva junta a la cual se construyó otra nueva, y en el claustro, había una bajada hacia las catacumbas. Aquí se encontraban como reliquias parte de la parrilla en que asaron a San Lorenzo, cuyo cuerpo se conservaba en esa iglesia así como el de San Esteban.



El relato de los viajes del judío Benjamín de Tudela, nos deja una objetiva información de la Roma medieval. En la mayoría de los relatos que en la Edad Media aluden a Roma, surge la cuestión de las peregrinaciones, porque la inquietud mental religiosa tan característica de esta época, se infiltra en todas las actividades humanas y la idea de viajar, se vincula a la de peregrinación religiosa. Por eso los políticos, emisarios y hombres de negocios, procuraban que sus viajes pudieran hacerlos coincidir privadamente con una u otra peregrinación.

(continuará)

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