QUÉ ES....: EL PADRE NUESTRO (V)



Reflexiones sobre: Padre Nuestro que estás en los cielos


Hablar, es siempre un movimiento del espíritu y el corazón, por tanto, está dirigido hacia aquél a quien se quiere decir algo. También ocurre así con la oración; busca a aquél a quien se refiere y quién es éste, nos lo dice la primera frase del texto: Padre Nuestro, que estás en el cielo.

No te atreverías a dirigir la mirada al cielo, teniendo tus ojos fijos en la tierra, y sin embargo.... . Aquí no hay arrogancia, sino sólo fe. Gloriarte de lo que has recibido no es signo de soberbia, sino de amor filial. Eleva por tanto tus ojos al Padre, que te engendró por medio del Bautismo, al Padre que te redimió por medio de Su Hijo y di: “Padre Nuestro”.

Desde el preludio mismo de la oración, nos trae a la memoria toda suerte de beneficios Divinos, porque quien da a Dios el nombre de Padre, por eso solo nombre, confiesa ya que se le perdonan los pecados, que se le redime del castigo, que se le justifica, se le santifica, se le redime, se le adopta como hijo, se le hace heredero, se le admite a la hermandad con el Hijo Unigénito, que se le da el Espíritu Santo. No es posible darle a Dios el nombre de Padre, sin alcanzar todo ese tipo de bienes.

Padre, dice en primer lugar el hombre nuevo, regenerado y restituido a Dios por Su Gracia, porque ya ha empezado a ser Hijo. Vino a los suyos, dice, y los suyos no le recibieron; a cuantos lo recibieron, les dio el poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en Su Nombre. El que por tanto ha creído en Su Nombre y se ha hecho Hijo de Dios, debe empezar por eso a dar las gracias y hacer profesión de Hijo de Dios, puesto que llama Padre a Dios. Hemos pues de acordarnos, hermanos y hermanas nuestros, y saber que, cuando llamamos Padre a Dios, es consecuencia de que obremos como hijos suyo, con el fin de que, así como nosotros nos honramos de tenerle como Padre, Él pueda honrarse de nosotros como hijos suyos.

(continuará)

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