QUÉ ES...: EL PADRE NUESTRO (X)



Venga a nosotros Tu Reino







La Iglesia romana, ofrece esta síntesis: “Se contempla la segunda venida de Cristo y del Reino de Dios”, pero son muchos los cronistas que prefieren hablar de “reinado” más que de “Reino”. La primera, sería una palabra más dinámica que la segunda e indica mejor la acción, el ejercicio efectivo de Dios.



Se constata que el Nuevo Testamento menciona 122 veces el Reino de Dios y todo indica, que estamos ante el núcleo central del mensaje. El reinado, es el objetivo al que tiende el anuncio de la Buena Nueva. El Reino está cerca; el Reino está dentro de nosotros; venga a nosotros Tu Reino. Se espera y al mismo tiempo, es futuro.



El reinado de Dios en el corazón de la persona, alcanza al cosmos, y el cristiano distingue entre el crecimiento del Reino y el progreso hacia un mundo lleno de paz y justicia. El creyente distingue, pero no separa, y ayuda a rezar esta petición, el tener presente las fases sucesivas señaladas por los entendidos: Proyecto del Reino (1ª), Revelación del Reino (2ª), Inauguración del Reino (3ª), Desarrollo del Reno (4ª) y Plenitud del Reino (5ª).



El proyecto eterno de Dios, alcanzará su plenitud con el retorno de Cristo. Se acerca el Reino de Dios, el cual aparece ahí como algo que ha venido desde lejos, desde Dios, y ahora está ahí, a las puertas y quiere entrar. Pero hay que darle entrada y eso deben hacerlo los hombres y mujeres, pues en sus corazones está la puerta del mundo. ¿Y cómo debemos hacerlo?. Pues cambiando el sentido de nuestras vidas que mantienen alejado a Dios: La mentira, el orgullo, la codicia, el afán de placer, la mentalidad terrena en una palabra. Pero si nos volvemos hacia Dios y le abrimos el corazón, entonces Él podrá entrar.



Cuando los pobres son evangelizados, es decir, cuando la justicia empieza a llegar a los desheredados, desposeídos y oprimidos, y siempre que se restablezcan lazos de fraternidad, concordia, respeto a la dignidad inviolable del hombre, empieza a brotar el reinado de Dios. Siempre que en la sociedad se estableces estructuras que impidan al hombre explotar a otro hombre, que se desmonten las relaciones señor-esclavo, que se propicie una mayor igualdad, está irrumpiendo en nuestras vidas el reinado de Dios.



Cristo no sólo ha anunciado el Reino, sino que Él se ha hecho presente en el mismo y ha llegado a su cumplimiento. El Reino se manifiesta en la persona misma de Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo del Hombre, quien vino a servir y a dar Su vida para enseñarnos el camino. El Reino de Dios no es un concepto, una doctrina o un programa sujeto a la libre elaboración, sino que es ante todo una persona que tiene el nombre y el rostro de Jesús de Nazaret.



(continuará)
 
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