EVANGELIO DÍA 2 DE SEPTIEMBRE



En una ocasión, se encontraba Jesús a orillas del lago de Genesaret y se sentía apretujado por la multitud, que quería oír el menaje de Dios. Vio Jesús dos barcas en la playa y estaban vacías porque los pescadores habían bajado de ellas a lavar sus redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que le alejara un poco de la orilla. Luego, sentó en la barca y comenzó a enseñar a la gente. Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: “Lleva la barca lago adentro y echad allí vuestras redes para pescar”. Simón le contestó: “Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada, pero puesto que tú lo mandas, echaré las redes”. Cuando lo hicieron, recogieron tal cantidad de peces, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos fueron, y llenaron tanto las dos barcas, que les faltaba poco para hundirse. Al ver esto, Simón Pedro se puso se rodillas delante de Jesús y le dijo: “¡Apártate de mi, Señor, porque soy un pecador!”. Porque Simón y todos los demás, estaban asustados por aquella gran pesca que habían hecho. También lo estaban Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: “¡No tengáis miedo!. Desde ahora vas a pescar hombres”. Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús.

(Lucas 5, 1-11)



MEDITACIÓN



Hay momentos en los que parece, que lo único que podemos hacer es tirar la toalla. Ése es el momento perfecto para dejar que Jesús tome las riendas y confiar en que la voluntad de Dios se lleva a cabo a pesar de todo.



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