LAS VIRTUDES (V)



Amor. ¿Razones del corazón?.


La alegría más grande es amar y ser amado. Ahora bien, lo más hermoso es indemostrable. El amor se muestra humildemente, pero no se demuestra; se compromete a conocer, pero una vez conocido, es la culminación del conocer. Comienza sin razones, éstas vienen después. El corazón tiene razones que la razón no conoce. Ni espacio, ni tiempo, ni medida tiene, porque la medida del amor es el amor mismo. Sobran razones para amar, más basta con amar por causa del amor. Todo es obstáculo cuando no se ama y todo es razón cuando si se hace. Sin amor, la justicia te hace duro; la inteligencia te hace cruel; la amabilidad te hace hipócrita; la fe te hace fanático, el deber te hace malhumorado; la cultura te hace distante; el orden te hace complicado; la agudeza te hace agresivo; el honor te hace arrogante; la amistad te hace interesado; el poseer te hace extraño; la responsabilidad te hace implacable; el trabajo te hace esclavo y la ambición te hace injusto.

Amigos son aquellos seres que te conocen y sin embargo, te quieren; los que preguntan como estás y esperar a oír la respuesta; los que no esperan a que les llames, pues llegan mucho antes para auxiliarte porque desde el primer momento estuvieron atentos a lo que precisabas; los que te abren sus puertas cuando llegas con tus muletas. ¿Cómo enfatizar el valor excelso de la amistad, si no es recordando que no hay amor más grande que dar la vida por los amigos?. Recuerda que harás más amigos en dos meses interesándote por los otros, que en dos años tratando de interesarles en ti.

La desapropiación de lo propio, permite la apropiación de lo que es realmente nuestro, porque ponerse en la piel del otro, no es abandonar la de uno; es tu alegría la que se alegra en mí, intensificando la mía; tu tristeza la que se entristece en mi; yo espero con tu esperanza y temo con tu temor. Mas, ¿qué ocurriría si las que aman fueran almas mediocres, egoístas?. Nada que no sea el amor, puede sacarlas del egoísmo y si aman de verdad, expandir su energía regalándola al cosmos, pues el amor verdadero, es el que hace cantar a los pájaros en el cielo.

Cuando se ama, no hay fingimiento ni doblez, ni temor, ya que es la aceptación misma. Ni ocultación ni engreimiento caben, pues la alabanza de quien ama no es el pago por el reconocimiento de la excelencia del amado, sino su constitución en excelente precisamente por haber sido amada. Si el amado no es tonto ni engreído, sabrá que no es tan maravilloso como lo ven los ojos de quien le ama, pues le bastará con ser amado. He ahí el poder constructivo del amor, un fuego que todo lo purifica, eleva y transforma. No lo será jamás el desamor, la hostilización o el desafecto lo que puede hacernos mejores, sino la acogida y el don incondicional del cariño. La puerta que no sea capaz de abrir el cariño, no la abrirá nunca nada ni nadie. Nunca. Nada. Nadie.

Quien ama acoge al otro, se alegra de que exista, aunque deba corregir sus vicios, pues dar por bueno lo malo de la persona amada, sería dar por malo lo bueno. El verdadero amor, no se presta a dejar a la persona amada en el engaño ni el error, ya que las relaciones que se basan en la admiración miope de los errores, mas temprano que tarde decaen, al igual que aquellas que únicamente se construyen sobre una recíproca admiración de las cualidades. Amar a la persona, no sólo la embellece a ella, sino a las demás, aunque no todas las personas sean dignas de amor por su comportamiento, el amor las dignifica a todas.

El pesimista respecto de todos, lo es porque no ama a nadie; basta con amar a uno, para que mejore la opinión con respecto de todos. El mundo visto por los ojos del que ama, es el mejor de los mundos posibles; el amor al amado, ennoblece el cosmos y por eso mueve al Sol, la Luna y las estrellas; vuelve interesante lo que aburría, salazona lo desabrido, salva lo perdido, da relieve a lo que yacía en la indiferencia y llena de esperanza. Nada hay indiferente en el amor.

(continuará)

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