LA HUMILDAD (IV)



I. 7. Alegría

Humildad es siempre también alegría y gratuidad. Saber que no se sabe nada es saber mucho, pero a la vez no saber nada. Por sabio que sea, soy sólo un hombre, más acaso no resplandece tras el rostro de la humildad, la justicia. Pues así es, porque ¿ no es justicia dar a cada uno lo suyo, ni más ni menos como dice la humildad?.

I. 8. No estar pendiente de sí

Humildad no es mujeres bellas intentando creer que son feas u hombres inteligentes queriendo convencerse de que son tontos, sino que la mujer cuando es bella y es consciente de su belleza, no le da importancia y no se recrea en ello, y tampoco lo utiliza para esclavizar a los que la rodean, preferentemente el sexo masculino. Se puede ser humilde reconociendo los propios valores y quedarse tan contento como si fueran de otro, porque todo nuestro talento es prestado.

I. 9 No justificarse

La persona humilde no sufre ansiedad ni enojo si sus valores personales no son exaltados o reconocidos, ni tiende a hacer gala de ellos, por tanto es pacífica y dialogante, abierta alegremente a los demás. En el pretencioso, la necesidad de que se le reconozcan valores que a veces no tiene, le mantiene constantemente inquieto e inseguro, puesto que para él el reconocimiento social es una fuente de seguridad.

Excusa no pedida respecto del yo, acusación manifiesta, Muchas excusas convencen menos que una sola. No te dejes ofuscar, mantente frío y no le des alimento a tu ego, porque cuando más lo alimentes, más tiranía ejercerá sobre ti. No te justifiques dando explicaciones para quedar bien si tus proyectos no salieron a la medida de tus deseos, es preferible un poco más de humildad que un poco más de prestigio. No busques aplausos ni parabienes y no saborees las actuaciones felices en lugar de ello, remite a Dios la gloria de tus realizaciones. En la medida en que Dios es menos para ti, eres más en ti, aumentando el amor propio, la vanidad, resentimientos, vacíos afectivos, tristezas, manías de grandeza, mendigar consolación... . Estamos en el fondo de un barranco. No transformes esta lucha liberadora en un deporte ascético, sino en seguimiento de las pisadas de Jesús.

I.10 No querer ser algo en nada

Los humildes llegan hasta lo profundo de su pequeñez, allí donde ya no hay nada, dónde sólo hay todo. Helos ahí, solos y desnudos expuestos sin máscaras al amor y la luz.

Para venir a gustarlo todo,

no quieras tener gusto en nada.

Para venir a poseerlo todo,

no quieras poseer algo en nada.

Para venir a serlo todo,

no quieras ser algo en nada.

Para venir a saberlo todo,

no quieras saber algo en nada.

Para venir a lo que no gustas,

has de ir por donde no gustas.

Para venir a lo que no sabes,

has de ir por donde no sabes.

Para venir a lo que no posees,

has de ir por donde no posees.

Para venir a donde no eres,

has de ir por donde no eres.

Cuando reparas en algo,

dejas de arrojarte al Todo.

Porque para venir del todo al Todo,

has de negarte del todo en todo.

Y cuando lo vengas del todo a querer,

has de tenerlo sin nada querer.

Porque si quieres tener algo en todo,

no tienes puro en Dios tu tesoro.

(continuará)
 
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