JESÚS Y LA MUJER (II)



La costilla


Y mientras dormía le sacó una costilla. Costilla es igual a costado, símbolo de igualdad, de dignidad, y se contrapone a la cabeza y a los pies. En los relatos míticos, ser sacado “de la cabeza” de un dios o de un héroe, significaba estar hecho para mandar. La cabeza y la barba eran signos de autoridad y mando. En el otro extremo de la anatomía, la planta del pie y el talón, eran signos de esclavitud o servidumbre. Poner la planta del pie sobre la nuca del vencido postrado en tierra, era señal de morder el polvo de la derrota, y pisar la cabeza de una serpiente, significaba vencer al mal.

La costilla (el costado) y su significado, deben ser interpretados a la luz de la celebración de los banquetes, ya que se comía apoyado en el codo izquierdo y recostado sobre cojines, así, el invitado de honor, sentado a la derecha, se recostaba prácticamente sobre el costado de su anfitrión y de esa manera, cercanas las cabezas, podían conversar en secreto sin que los demás comensales se enteraran.

Era pues el lugar de la amistad, de la distinción y la dignidad de la confidencia: El primer lugar. Por todo ello, queda claro el signo, la mujer no es creada de la cabeza del varón, porque no está hecha para dominar; tampoco del pie o talón, porque no está hecha para la esclavitud o la servidumbre. Ha sido creada de su “costilla”, a la misma altura suya, con los mismos atributos para la amistad y el compartir.

Serán lo dos una sola carne. Carne, significa en el lenguaje bíblico “persona”. La complementariedad es tal que sin anular el Yo-Tu personal (varón-mujer), éstos se constituyen en un nuevo principio: Nosotros, para la elección, la decisión y el afrontamiento en vistas a la madurez y la felicidad. Pero esta unión es tan relevante, que implica dejar al padre y la madre, es decir, se inaugura un nuevo núcleo inédito en elección y libertad, que conlleva unas nuevas exigencias entre el varón y la mujer, constituyéndose así la pareja, la base familiar que se multiplicará para la continuidad de la sociedad humana.

El mandato Divino, formulado desde el varón, pero que abarca a ambos, origina en forma primigenia la continuidad de la creación amorosamente. Igualdad de varón y mujer en origen y dignidad como criaturas de Dios, y complementariedad como unión y encuentro de distintos, convocados por el amor, para la generosidad del don de la vida y la permanencia de la humanidad. Puede subrayarse esta historia que se ha traducido de una manera marcadamente machista, con algunas marginaciones que imperaban durante la vida de Jesús.

(continuará)
 
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