EVANGELIO DÍA 8 DE MAYO



Dos de los discípulos, se dirigían a Emaús. Mientras conversaban, Jesús se les acercó y preguntó: “¿De qué venía hablando por el camino?”. Le dijeron: “Lo de Jesús de Nazarer”. Nosotros teníamos la esperanza de que Él fuese el libertador de Israel, pero ya han pasado tres días. Sin embargo, algunas de las mujeres que están con nosotros, nos han asustado, pues fueron de madrugada al sepulcro y no encontraron el cuerpo. Jesús les dijo entonces: “¡Qué faltos de comprensión sois y cuanto os cuesta creer todo lo que dijeron los profetas!”. Luego se puso a explicarles todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de Él. Al llegar a donde se dirigían, Jesús hizo como si fuera a seguir adelante, pero ellos le obligaron a quedarse diciendo: “Quédate con nosotros porque ya es tarde y se está haciendo de noche”. Cuando estaban sentados a la mesa, tomó el pan y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En ese momento se le abrieron los ojos y reconocieron a Jesús, pero Él desapareció. Se dijeron uno al otro: “¿No es cierto que el corazón nos ardía en el pecho mientras nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?”.
(Lucas 24, 13-35)

MEDITACIÓN

También yo quiero preguntarte: ¿Dónde estabas Tú cuando me sucedieron estas cosas?. ¿Es que no sabes cuanto he sufrido, lo que he perdido?. Sin saber que eres Tú quien responde a mi conciencia, voy comprendiendo el misterio de la cruz en Tu vida y en la mía. Al compartir Tu pan, al encontrarme con mis hermanos, al celebrar la fe y el camino andado, Tú apareces entre nosotros y en mi alegría.

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