EVANGELIO DÍA 7 DE JUNIO




 
Habiendo dicho estas cosas, Jesús miró al cielo y dijo: “Padre, la hora ha llegado. Glorifica a Tu Hijo, para que también Tu Hijo te glorifique a Ti. Pues Tú has dado a Tu Hijo autoridad sobre todos los hombres, para que dé vida eterna a los que le confiaste. Y la vida eterna consiste, en que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien Tú enviaste. Yo te he glorificado aquí en el mundo, pues he terminado lo que me encargaste que hiciera. Ahora, pues, Padre, dame en Tu presencia la misma gloria que Yo tenía contigo desde antes de que existiera el mundo. A los que del mundo escogiste para confiármelos, les he hecho saber quien eres. Eran tuyos, y Tú me los confiaste y han hecho caso a Tu Palabra. Ahora saben que todo lo que me confiaste viene de Ti, pues les he dado el mensaje que me diste y lo han aceptado. Han comprendido que en verdad he venido de Ti y han creído que Tú me enviaste. Te ruego por ellos. No ruego por los que son del mundo, sino por los que me confiaste porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío, y Mi gloria se hace visible en ellos. Yo no voy a seguir en el mundi, pero ellos si van a seguir en el mundo, mientras que Yo voy para estar contigo”.
(Juan 17,  1-11ª)

MEDITACIÓN

Gracias Señor. Aprendiste a vivir como una persona igual a nosotros, aceptando las leyes del crecimiento, de la naturaleza humana y de los límites. Hablaste en nuestro lenguaje, amaste con un corazón como el nuestro, trabajaste con tus propias manos. Dejaste lo mejor de Ti en nuestro vaso de barro. Eres fiel y todo el Ti es verdad y luz.

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