ZOROBABEL (I)




Autor: J.G.

El Evangelio de Mateo en el Nuevo Testamento, se inicia con el árbol genealógico de Nuestro Señor Jesucristo, el cual narra la progenie de Abraham hasta Jesús. A lo largo de la lista de nombres, aparece uno que para el cristianismo ha sido velado e ignorado, a pesar de su gran importancia. Zorobabel, hijo de Salatiel, nacido tras la cautividad en Babilonia.

El Evangelio de Lucas, también es iniciado con información genealógica, ahora con respecto a Juan el Bautista, afirmándose en él que el Profeta había nacido del vientre de Isabel, esposa del sacerdote Zacarías, de la clase de Abía, siendo ella descendiente de Aarón. Por tanto por parte materna, Juan el Bautista era un Mesías o ungido. Esto fue debido a que Aarón y su progenie fue la ungida por Moisés ante las Tablas de la Ley por orden de Yahvé, tras el episodio del Sinaí. Por ello toda la descendencia de Aarón fue considerada la herencia Mesiánica, siendo Aarón hermano de Moisés y de Myriam. Los tres hermanos descendían de Amran, quien a su vez era descendiente de José, hijo de Abraham y hermano de Benjamín y Judá. La descendencia de José fue Efraín y Manasés. Posteriormente, el rey Jeroboam, de la tribu de Efraín, quien tras el reparto de Canaán le tocó su solar, a la orilla contraria del Jordán. Por esta razón, construyeron un Becerro de Oro, para honrar la gloria de Yahvé y que así la descendencia no quedara en el olvido, del por qué ellos adoraban a Yahvé y con qué permiso, pues temían que la descendencia de las restantes tribus, se olvidaran que eran hermanas con las de Efraín.

Fue también Aarón quien construyó el becerro dorado en Sinaí, a imagen del toro Apis egipcio, por tanto, esto se podía considerar una prueba cultural y social, que realmente Aarón pertenecía a la tribu de Efraín y descendiente de José en consecuencia.
  
La importancia de la descendencia de José es por un hecho principal. Su esposa, hija del sacerdote de Om, Putifar, fue quien introdujo en la cultura cananea el culto solar, pues una de sus nietas sería Nefertiti, esposa de Akhenatón, y el culto de Atón, de donde los hebreos tomarían el nombre de Adon o Adonai, que trascendería al mundo helénico en Adonis, el niño amado por Afrodita, la Señora. Esto es un pilar básico para la posterior comprensión del “mesianismo”, esencia de la cristiandad y el judaísmo.

(continuará)

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