EVANGELIO DÍA 10 DE JULIO



Jesús se puso a hablarles de muchas cosas por medio de parábolas. Les dijo: “Un sembrador salió a sembrar, y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino y llegaron las aves y se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras donde no había mucha tierra. Aquella semilla brotó pronto, porque la tierra no era profunda, pero el Sol, al salir la quemó y como no tenía raíz, se secó.  Otra parte cayó entre espinos y los espinos crecieron y la ahogaron. Pero otra parte cayó en buena tierra y dio una buena cosecha: Unas espigos dieron cien granos por semilla, otras dieron setenta y otras treinta. Los que tiene  oídos, oigan”. Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron porqué hablaba a la gente por medio de parábolas. Jesús les contestó: “A vosotros, Dios os da a conocer los secretos de Su Reino, pero a ellos no. Pues al que tiene se le dará más y tendrá de sobra, pero el que no tiene, hasta lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo por medio de parábolas, porque ellos miran, pero no ven; escuchan, pero no oyen ni entienden” .
(Mateo 13, 1-23)

MEDITACIÓN

En un solo corazón, hay todo tipo de tierra y la conversión, comienza por reconocer y poner nombre a todo lo que asfixia, roba, y no deja crecer los mejores deseos que nacen después de una Eucaristía, un retiro o una jornada llenos de contenido espiritual. Cualquier campesino, sabe que el trabajo con la tierra es duro, que ha de ser constante y esperar con paciencia los frutos, que la más de las veces, no dependen sino del agua del cielo.

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