MONASTERIO DE EL ESCORIAL (Primera Parte) (IX)

La Sacristía

En el conjunto de pinturas que se exhiben en la Sacristía y en las Salas Capitulares, pueden calificarse la mayoría de primer orden, aunque otras muchas han pasado a formar parte de la nueva Pinacoteca. La gran sala abovedaba de la Sacristía de 30 x 9 metros y casi 11 de altura, ocupa parte de la crujía Este del claustro bajo en el Patio de los Evangelistas y de él recibe luz por cuatro ventanas a nivel del suelo y otras nueve pequeñas en alto sobre las cornisas. Entre las grandes ventanas alternan cuatro alacenas de ricas maderas donde se guardan vasos sagrados y objetos de culto.

También hay una preciosa cañonera de maderas finas con mosaicos de ricas maderas. En el centro, hay un gran espejo barroco con marco de plata y adornos de cristal de roca, regalo de  la reina Doña Mariana de Austria, madre de Carlos II. El cuadro más notable entre los que hay en la Sacristía, es el que cubre el altar llamado La Sagrada Forma, de Claudio Coello, que con esta pintura realizó su obra maestra. Representa la función religiosa que se celebró el 19 de Octubre de 1.680, para la traslación solemne de la Santa Forma desde otro lugar del monasterio a su nueva Capilla en la Sacristía en presencia del rey y de su Corte.

Sacristía


En el lienzo, se ven infinidad de personajes retratados con gran maestría: El rey Carlos II, arrodillado, adora la Sagrada Forma que lleva en sus manos el Prior del monasterio Fr. Francisco de los Santos. Detrás del rey, se ve a Padre Fr. Marcos de Herrera y los grandes de la Corte: Los Duques de Medinaceli y de Pastrana, el Conde de Baños, el Marqués de la Puebla y el primogénito del Duque de Alba, y en segundo término, la Comunidad de religiosos jerónimos cantando.

Para la mejor comprensión del lienzo, recordemos la historia de la Sagrada Forma con el milagro que la hizo famosa. En las guerras de la religión que asolaron los Países Bajos, los herejes zunglianos entraron en la ciudad holandesa de Garcum, profanando los Templos y en la Catedral, llegaron a pisotear las Formas consagradas. En la que se conserva en El Escorial, abrieron tres roturas que al parecer fueron producidas por los clavos de los zapatos de quien las pisó y de las que empezó a brotar sangre, de la que aún persiste la huella. Uno de los herejes, espantado y maravillado del milagro lo comunicó al Deán Juan van der Delp, quien la recogió, huyendo ambos a Malinas, ciudad imperial entonces y depositándola en el convento de San Francisco, adquirió fama extraordinaria, por lo que en evitación de nuevos embates, fue llevada a Viena y luego a Praga, desde dónde esta reliquia fue regalada a Felipe II por el Emperador de Alemania y rey de Hungría, Rodolfo II.


La Sagrada Forma.  Detalle


                               La Sagrada Forma. Claudio Coello


(continuará)

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