EVANGELIO DÍA 18 DE AGOSTO



Jesús se puso a hablarles otra vez por medio de parábolas. Les dijo: “El Reino de los Cielos, puede compararse a un rey que izo un banquete para la boda de su hijo. Envió a sus criados a llamar a sus invitados, pero éstos no quisieron acudir. Volvió a enviar a más criados, encargándoles: “Decid a los invitados que ya tengo preparado el banquete”. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a sus tierras, otros a sus negocios y otros echaron mano a los criados del rey y los maltrataron hasta matarlos. Entonces el rey, lleno de ira, ordenó a sus soldados que mataran a aquellos asesinos y quemaran su pueblo. Luego, dijo a sus criados: Todo está preparado para la boda, pero aquellos invitados no merecían venir. Id pues por las calles principales, e invitad a la boda a cuantos encontréis. Los criados salieron a las calles y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y así la sala del banquete se llenó de convidados. Cuando el rey entró, se fijó en uno que no iba vestido para la boda. Le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí, si no vienes vestido para la boda?”. Pero el otro se quedó callado. Entonces el rey dijo a los que atendían las mesas: Atadlo de manos y pies y arrojadlo fuera, a la oscuridad. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos”.
(Mateo 22, 1-14)

MEDITACIÓN

La verdad es que el amor de Dios en infinito y Su capacidad de acogida no tiene límites, pero a la vez, aquel que va conociendo el espíritu de Dios, va creciendo en sensibilidad y delicadeza, y siente la necesidad de estar en su presencia de la mejor manera, las cuales afectan al corazón, la fidelidad y coherencia de vida, la ética y el compromiso.

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