EVANGELIO DÍA 11 DE SEPTIEMBRE



En aquel tiempo, Pedro fue y preguntó a Jesús: “¿Señor, cuántas veces he de perdonar, hasta siete?”. Jesús le contestó: “No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete, Por eso, el Reino de los Cielos, se puede comparar a un rey que quiso hacer cuentas con sus funcionarios. Había comenzado a hacerlas, cuando le llevaron a uno que le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía a fin de saldar la deuda. El funcionario, cayó de rodillas rogándole: “Señor, ten paciencia y te lo pagaré todo”. El rey tuvo compasión de él, le perdonó la deuda y lo dejó ir. Pero al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró del cuello y lo ahogaba diciéndole: “¡Págame lo que me debes!”. El compañero se echó a sus pies rogándole: “Ten paciencia  y te lo pagaré todo!”. Pero el otro no quiso , sino que le hizo meter en la cárcel hasta que pagara. Esto disgustó mucho a los demás, que fueron a contar al rey lo sucedido. Tanto se indignó el rey, que ordenó castigarle hasta que pagara toda la deuda. Jesús añadió: “Esto mismo hará con vosotros Mi Padre celestial, si cada uno no perdona de corazón a su hermano”.
(Mateo 18, 21-35)

MEDITACIÓN

Como Pedro, nos hemos cansado de soportar, perdonar, olvidar y tal vez quizás justificar muchas cosas. Hemos quizás expresado: “Todo tiene un límite”. Jesús, una vez más, nos hace comprender que el corazón humano jamás dejará de crear motivos para perdonar y ser perdonado y que sólo, si nuestro corazón se sabe perdonado, tiene la capacidad de soportar la ofensa y la humillación, pues el perdón se hace realidad mediante una decisión que se envía desde el corazón.

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