EVANGELIO DÍA 23 DE SEPTIEMBRE




Un día estaba Jesús orando Él solo: Luego, sus discípulos se le reunieron y Él les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy Yo?”. Ellos contestaron: “Unos dicen que Juan el Bautista, otros dicen que Elías y otros que uno de los antiguos profetas que ha resucitado”. “Y vosotros, ¿quién decía que soy?, les preguntó”. Pedro le respondió: “El Mesías de Dios”. Pero Jesús les encargó mucho que no se lo dijeran a nadie. Les decía Jesús; “El Hijo del Hombre, tendrá que sufrir mucho y será rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la Ley. Lo van a matar, pero al tercer día resucitará”.
(Lucas 9, 18-22)

MEDITACIÓN

Si no comemos o bebemos lo suficiente, el cuerpo nos lo reclama. De la misma manera, si no alimentamos el espíritu con la oración, el alma la reclama. Jesucristo no escatimó tiempo para el silencio y la oración con Su Padre a solas. No es un ejemplo imposible de seguir, pues Él es un hombre verdadero en todo.

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