LA FORTALEZA (II)



La vida es una tarea ética, término procedente de êthos (lugar donde uno habita) y primera naturaleza, unido al modo de ser (carácter, segunda naturaleza), logrado gracias a la obtención de unos hábitos, que si son buenos son virtudes y si malos vicios, siendo estos hábitos resultado de la repetición de los actos. Por lo tanto, la ética, es sencillamente aquel quehacer que consiste en la forja del carácter, ya que nacemos con una naturaleza primera, pero vamos modificándola con nuestra actuación y podemos encaminarla hacia la plenitud moral o hacia la degeneración inmoral. En la secuencia acciónàhábito àcarácter àdestino, cada cual termina recogiendo en su vida lo que ha sembrado. Al final, el mundo es un espejo y le devuelve la imagen de su propio rostro.
  
Contando con las posibilidades biológicas con que venimos al mundo, hay quien tiene mayor capacidad para sembrar mejor y quien es menos capaz de sembrar. Es afortunado, aquel que sus circunstancias se ajustan a su carácter, pero es mejor aún, el que puede adaptar su temperamento a las circunstancias. Con voluntad, puede uno forjar el carácter. La persona con buen carácter, tiene buen temple, la de mal carácter es destemplada. La fragua de este buen carácter moral o temperatura ética, se da a lo largo del tiempo. Si siembras un acto, tendrás un hábito, si siembras un hábito, tendrás un carácter, si siembras un carácter, tendrás un temperamento, que es una forma de ser a través del tiempo. El temperamento, es una siembra en el tiempo que forja un carácter, una forma de ser que se va enseñando o desenseñando, aprendiendo a aprender y a desaprender. Si aprendemos a desaprender lo bueno, aprendemos a aprehender lo malo; al aprender a desaprender lo malo, aprendemos lo bueno..

Uno se hace más humano si asume el deber de llegar a ser el que podría ser, es decir, mejor de lo que y es, pues toda persona, y mucho más si estamos hablando de personas que aspiran a pertenecer a la  Milicia de Dios. La excelencia moral es el resultado del buen hábito, ya que nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza, valientes, realizando actos de valentía. Y si además nos dejamos contagiar por quienes van por delante en esa dirección, mucho mejor, ya que sólo llegamos a ser plenamente humanos cuando los demás nos contagian su humanidad a propósito y con nuestra complicidad.

El día nunca le parece largo a quien trabaja, pues el trabajo es un olvido activo que conviene a un alma fuerte, alejando a la vez tres grandes males: El tedio, el vicio y la miseria. Por el contrario, un carácter débil, se complace en la pereza, modelo donde el diablo siembra las semillas de nuevos pecados. Si cada minuto de tu vida tienes que probar que tu vida no es una derrota, tu vida será una derrota, mas si crees que para ti nada es imposible, pues así será. El Sol poniente preguntó: ¿No hay nadie que pueda relevarme?. Se hará lo que se pueda, contestó la lámpara de barro. Lo que no puede faltar es el coraje para vivir, generosidad para convivir, prudencia para sobrevivir, amor para desvivir. El mundo es una montaña de basura y hay que cogerla con las manos, lo importante, es no ensuciarse el corazón.

Pocas cosas se obtienen por azar, hay que buscarlas con afán y alimentarlas con inteligencia. No fracasa quien intenta lo mejor, aunque no lo logre, mejor fracasar honradamente que triunfar con fraude. Ante un bien inalcanzado, quizás te sientas mal si fracasas, pero estás perdido si no lo intentas, ya que duro es caer, pero es peor todavía no haber intentado nunca subir y recordemos que todo fracaso nos brinda una nueva oportunidad. Fracasado, es quien ha cometido un error, pero no es capaz de transformarlo en experiencia, ya que los errores suelen ser el puente que hay entre la inexperiencia y la sabiduría, por eso, no debe importarte el fracaso, siempre que no te resulte destructivo.

(continuará)

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