EVANGELIO DÍA 3 DE DICIEMBRE



Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las Sinagogas de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del Reino y curaba toda clase de enfermedades y dolencias. Viendo a la gente, sentía compasión porque estaban angustiados y desvalidos como ovejas que no tienen pastor. Dijo entonces a sus discípulos: “Ciertamente, la mies es mucha pero los obreros pocos. Por eso, pedid al Dueño de la mies que mande obreros a recogerla”. Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar a los espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. Les dijo: “Id más bien a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Id y anunciad que el Reino de los Cielos está cerca. Sanad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad de su enfermedad a los leprosos y expulsad a los demonios. Gratis habéis recibido este poder, dadlo gratis”.
(Mateo 9, 35; 10, 1-6-8)

MEDITACIÓN

Hoy, después de mucho tiempo, bendigo mi enfermedad, que llamó a Tu corazón compasivo; no rechaza mi herida, que conoció Tu mano sanadora, no despreció mi dolor, que atrae Tu sed de amor. Me has salvado para que te ayude a salvar a otros y me has dado la autoridad de haberte conocido.

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