UNA DE LAS MISIONES DEL TEMPLE: RESTAURAR VALORES (V)



BIENQUERER

La voluntad es más firme cuando sabes lo que quieres, quieres lo que sabes y das los pasos proporcionados de lo uno a lo otro. Pero hay que distinguir dos quereres: Uno, el querer-cariño, propio del corazón filantrópico y otro el querer-voluntad, propio del deber. Ahora hablamos del primero, al que denominamos “bienquerer”. Porque, ¡cuánto necesitamos ser acogidos y bien queridos!. Da más fuerza saberse amado que saberse fuerte, ya que ello nos hace invulnerables incluso en nuestra vulnerabilidad.

Cariño y autoridad

La fuerza de mi cariño te ayuda a que tú te conviertas en autor de tus propios actos libres, asumiendo y superando el miedo Iniciático que el ejercicio de esa misma libertad produce. Quien sabe entregarte su cariño, se convierte para ti en autoridad. Sólo es deseable la autoridad que auxilia, que sirve, que te eleva sobre sus propios hombros.  Esto no impedirá que ella sepa decirte en un momento prudencial una palabra dura, pero sin aspavientos ni histerias, con buenas maneras aunque con firmeza. Porque la autoridad, te acredita ante los demás. La verdadera autoridad, nunca se sirve de ti, antes al contrario, se esfuerza en servirte, de ahí que siempre se la menciona en singular y nunca en plural, ese plural que aparece cuando las autoridades corren a hacerse la foto para obtener votos mientras cortan la cinta para inaugurar algo. Plural que presume de lo que carece y que no nace del servicio.
  
Cariño y magisterio

Este cariño que confiere autoridad, está lleno de tierna solicitud y de abnegada cercanía, al modo de “madre y maestra”, pero también de exigencia al modo de “padre y maestro”, que promueve en nosotros hábitos de perfección y excelencia. Hermoso es el cariño del verdadero maestro, que enseñándote impulsa a que te eleves más, haciéndote a ti mismo menos, para que tú crezcas y desarrolles lo mejor que ahora duerme en ti. Así el servido, se convierte en discípulo, el cual aprende sin rigidez pero con firmeza, con disciplina

Cariño que fortalece y restaura

La fuerza del cariño es nutritiva, energetiza, dinamiza, fortalece y da alegría de vivir. No puede considerarse libre, quien no vive dispuesto a conceder la libertad a los demás. Quien me quiere, me confiere confianza para que yo confíe en mi mismo y en los demás. Sólo el cariño perdona. Sólo el perdón permite al olmo viejo en su mitad podrido, que puedan salirle nuevos brotes de esperanza. Perdonar es renunciar al derecho por amor, a favor de una relación sin derechos. Perdonar, es renunciar a tener la última palabra y abrir un futuro liberador, donde sólo hubo pasado obsesivo. Decía Gandhi que “ojo por ojo y el mundo acabará ciego”. Ni quien perdona humilla, ni quien nos pide perdón se rebaja, al contrario, quien perdona se ennoblece a sí mismo y quien pide perdón, nos concede a nosotros la oportunidad de volver a ser libre otorgándolo.

Cariño que ilumina

La fuerza del cariño, distando de ser ciega, enseñará la Verdad bañada en bondad, pues no se entra a la Verdad si no es por el Amor. El instruido en el cariño, no puede no serlo en la exigencia intelectiva, porque Verdad y cariño, son dos dimensiones del mismo fenómeno. Mantener unidas las llamas de la lucidez y de la bondad, pudiera constituir tal vez el ideal de la humanidad. Y cuando haya de extirpar de raíz la mentira, se sembrarán en su lugar frutos con raíz más profunda y radical que los anteriores, a fin de enraizar en tierra buena ese cariño que ilumina la Verdad. En definitiva, se es responsable de aquel a quien se ama y que hemos invitado a la propia casa, a la propia escuela, donde compartimos ocio y negocios.
  
Querer por haber sido querido

Antes incluso de querer nosotros, sabemos que hemos sido queridos y agraciados por la gratuidad que otros nos han regalado de antemano y sin méritos propios. Dar gracias por ello, constituye el corazón de la ciudad armoniosa del espíritu. Gracias a ello, el “yo” se torna más rico cuanto más quiere a los que menos pueden. Sé que el otro es agradecido cuando me trata como persona y sé que es más agradecido aún, cuanto más trata a la entera humanidad como persona de personas.

Así pues, ¿qué es la voluntad religiosamente vivida?. Una voluntas que antes, durante y después del ejercicio de su propio querer, se sabe y siente querida por el querer que le es más propio En suma, la voluntad que quiere sin saberse querida, es heroica; esta otra, religiosa.

(continuará)

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