PETICIÓN A DIOS





La aspiración del alma, que espera estar recogida en Dios y vivir una intensa vida espiritual, significa vivir para Dios en todos sus deseos y en todas sus obras.

Contigo, Señor, quiero recogerme en un amor íntimo, un amor confidencial, para pedirte que obres en mi Tu obra de amor. Pues me inspiras y me llamas para que te ame. Enséñame qué es amarte a Ti, bien infinito y Creador de todo lo bueno. Dame ese mismo amor que me pides y que yo quiero darte, pues sólo Tú me lo puedes dar.

Me gustaría expresarte lo que quieres que yo tenga abundantemente, lo que mi alma necesita y quiere tener. Quiero, Dios mío, tenerte a Ti mismo y estar llena de tu amor. Quiero que tu gracia sea mi vida y siéndolo, Tú mismo serás la vida de mi alma, porque tu gracia me hace participar de Ti, me comunica tu misma naturaleza y tu misma vida. Levanta mi alma al orden sobrenatural para vivir en tu amor y me de la esperanza de felicidad y bienes eternos.

Este amor y esta gracia que te pido, Señor y Dios mío, para que recogida contigo en amor, sepa expresar algo de tan soberana hermosura y con ella se acreciente en mi y en las personas con las que comparto estas reflexiones, el deseo de amarte más y vivir más perfectamente en Ti y para Ti. Para que puedas Tú, Señor, realizar tu obra de amor en mi, te pido me enseñes a aislarme de todas las cosas que disipan y a recogerme con toda la atención en ti.

Tú eres la Sabiduría misma y eres el Poder infinito. Enséñame y dame la posibilidad para que hable de las bondades y misericordias de tu gracia y tu amor, que es hablar de Ti mismo. Hablen otros de grandezas y bellezas humanas, yo deseo hablar de tu hermosura y tu grandeza, y te pido enriquezcas mi alma con ellas.

Si Tú no me enseñas y no te pones en mis palabras, no sabré decir nada de tus maravillas. Háblame Tú, Dios mío, y enséñame. Bien sé que sólo puede oír tu enseñanza cuando el alma está serena y con silencio interior, ya que el alma limpia pone su atención en Ti; el alma humilde y mansa que se hace transparente y limpia, porque los limpios de corazón verán a Dios; porque en el alma limpia no hay nubes que me impidan verte. Háblame y enséñame Tu Verdad.

Sé que esa palabra de Dios, la entienden mejor los humildes, así que, alma mía, recógete en humildad con tu Dios y Su Luz y Misericordia te iluminarán.

La Palabra y la Luz de Dios, enseñan a apartarse de lo mundano, a recogerse en lo Divino y a vivirlo. Dios vuelca sus misericordias interiormente y algunas veces, también exteriormente, en el alma humilde que se recoge y entrega confiada a Dios. Dichosa de ti, alma mía, llena de confianza por la humildad y el amor, y recogida en sólo Dios, pudieras decir: Yo toda soy de Dios.

Dios mío, ya ves que quiero ser del todo tuya, que digo que quiero ser, pero no acabo de despojarme de mí y de mis gustos. Te pido me des tu gracia, que es luz y fortaleza, para que se realicen mis deseos, que son los tuyos, y para lo que me llamaste y ahora de nuevo me llamas. Padre y Maestro mío, te suplico me des tu gracia, para que fortalecida con ella, me determine a ser tuya.

A todos nos mandaste que santificáramos todo lo que toquemos, ¿no lo querrás ahora de mi?, ¿no me llamas para que lo pueda hacer?, ¿cómo lo haré si no me das tu gracia para que pueda realizarlo?. Realiza en mí tu obra de amor, Señor, haz que tu gracia se desarrolle en mi, tu sierva, para que pueda ser completamente tuya.

Non Nobis

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