LA SEDE DEL GRIAL (II)



Los cambios en el tiempo


En las primeras épocas de la literatura griálica, se situaba el recipiente o piedra en castillos o fortalezas bien defendidos y fortificados, nunca en Iglesias, Templos o cualquier edificio religioso. A medida que los textos fueron cristianizándose, se comenzó a ubicar el Grial en altares, pequeñas capillas u otros sitios relacionados con la Iglesia, adoptando al poco la forma del cáliz de la Eucaristía y utilizándolo en las misas con el rey custodio como sacerdote.

De este modo se manifiesta la mutación del antiguo símbolo celta y pagano en otra simbología cristiana, devenida de la creencia de que el Grial es el cáliz  utilizado en la Última Cena de Jesús. Este idea se fue asentando a partir del José de Arimatea de De Boron, e incluso fue fomentándose para que una alicaída Iglesia recuperase su vigor mediante la exaltación de nuevos iconos fácilmente popularizables.

La sede del Grial se va presentando como un centro profundamente Iniciático. Para llegar hay que sortear innumerables peligros y sólo podrán emprender el viaje individuos calificados para la empresa. Tampoco llegar a esta sede, será una aventura pacífica, antes bien, será una continua contienda armada contra la adversidad. Wolfram lo dice claramente: “Todo caballero que pretenda conquistar el Santo Grial, se halla obligado a abrirse camino hasta ese objetivo sagrado con las armas en las manos”.

En Quête du Saint Graal, el castillo es denominado “el palacio espiritual”, y está circundado por el mar y custodiado por dos leones. En Perlesvaus, se lo llama “el castillo de las almas”. En algunos casos, la aventura finaliza cuando se encuentra el templo del Grial, sin necesidad de insistir en el encuentro con la copa.

(continuará)

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