MISTERIOS Y LUZ (IV)



Como Dios es anterior a todo y a todo precede, y de todo es manantial y Creador, cualquier palabra que de Dios pueda decir el hombre, en Dios tiene que inspirarse. No se puede hablar de Dios si Él no habla primero. Él está más allá de todo y presente en la realidad de cada día. Todo lo trasciende, todo lo supera, pero al mismo tiempo, es lo más íntimo y cercano. Realidad personal con la que es posible una comunicación única, profunda, interior, sincera.

Nada puede imaginarse por encima de Dios, pues todo lo que pudiera ser, es ya posible en Dios. Es Omnipotente, es amor, a lo largo de las páginas de las Escrituras, en mil maneras distintas, se va repitiendo el concepto que mejor define a Dios: Dios es Amor y como tal, está libre y amorosamente presente en la historia y en la vida de los hombres.

Dios es el bien, anterior a todo lo bueno que pueda existir, no sólo es causa y origen de todo bien, sino que lo comunica en la existencia de todas las cosas. Todo depende de Él. El hombre, la criatura más preciada, no es un simple objeto de la Creación, sino dependencia de Dios: De Dios viene y a Dios encamina todos sus pasos.

¿Cómo ha podido Dios abrir el pensamiento del hombre para que pueda conocer y acudir a Él?. La Revelación, la Escritura, va mostrando al creyente la vida, las acciones, el querer de Dios y Su presencia en la historia. A medida que el hombre se adentra en el conocimiento de la Escritura, de lo sagrado, se le van abriendo los ojos del pensamiento y del corazón, para que comprenda y ame a Dios. Es una maravillosa pedagogía Divina, en la que la mejor lección es la que se aprende viendo como Dios ha elegido a Su pueblo, lo guía y lo protege. Mas que conocimiento intelectual de Dios, es experiencia de un pacto singular. Es el Dios de la Alianza, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. El Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo.

Cuando decimos que no se trata de un razonamiento intelectual, no por ello se excluye una reflexión discursiva con la que se avanzaría en el conocimiento de Dios, como realidad que supera un mero concepto elaborado como producto de un hacer filosófico. Cuanto de Dios podemos decir, es gracias a que lo hemos oído de Él mismo. Él lo ha contado, revelado y manifestado. Ha sido Dios quien ha salido al encuentro del hombre para hablarle.

Tampoco se puede decir que Dios nazca con Su manifestación a los hombres. Es absolutamente anterior a todo el conocimiento que de Él se pueda tener y Dios, por su condición esencial de anterioridad, es premisa indiscutible para poder hablar sobre Él. El hombre de fe, responde a la automanifestación revelada de Dios y conocida por la Escritura, en la historia de la salvación.

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