MISTERIOS Y LUZ



Ver el rostro de Dios, equivale a entrar en los deseos, en las intenciones, en la voluntad, en el amor del Señor. Comunicarse con Él, acercarse a Su misma persona. El deseo se convierte en aspiración constante y en ideal y meta permanente a la que llegar. Se busca para ver y mientras no se realice el encuentro, no puede haber felicidad ni quietud. ¿Quién me hará ver la dicha si me ocultas tus ojos y a dónde puedo ir sin tu presencia?.

Deja que Dios vaya delante, porque la Luz precede a la luz, y es un misterio muy grande el que se está vislumbrando con estas palabras. Dios es lo primero, no sólo en el tiempo y en la creación de todas las cosas, sino en el interés y el deseo. Dios siempre es lo más cercano y lo más escondido y querido. Para ver a Dios, hace falta un amor muy especial, que es como una alianza entre la verdad revelada y el favor que desde lo alto llega el corazón de los hombres.

Cuando los misterios de la fe quieren verse como si misterios no fueran, se yerra el camino del Conocimiento. Cada estrella tiene su luz y su instrumento para mirarla. El misterio no es oscuridad ni arcano insondable. Es una verdad grande, con inagotable vida dentro y para acercarse y vivirlo, hace falta  mucho amor al que se ama, y el amor se aprende amando. Es decir, creer y aceptar lo que Dios nos vaya diciendo para el bien de los hombres.

¿Por qué empeñarse en querer que lo religioso no sea religioso y el misterio no sea misterio?. Mas razonable disposición sería aceptar que las disposiciones del hombre para comprender, conocer y amar, son muy grandes, y que la razón se ayuda de los sentidos, la inteligencia de la fe y el amor de la revelación. Negar esta posibilidad, es cuando menos cerrar unos horizontes legítimos al Conocimiento.

Lo que es inaccesible a la razón, tiene camino expedito en la fe. No es que se renuncie a la lógica del pensamiento, sino que la inteligencia ve perfectamente justificable y consecuente, el razonamiento que admite, como buena conclusión, que puede hablar de todo aquello que tiene voz, aunque las formas de hacerlo sean distintas, porque también habla la naturaleza, lo que es bello y los acontecicmientos de cada día. Aquí en donde interviene Dios, que se manifiesta y hace presente en las obras de sus manos y en la revelación de Su misterio. Es otro orden de conocimiento y una posibilidad nueva que necesita, eso si, del mismo favor y gracia de Dios.

(continuará)

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