Conviene
recordar, que lo
que es un
mal para algunos
puede ser un
bien para otros. Nos ayudará
mucho. Si comprendemos
que el mal
no es algo absoluto, que
es incluso muy
relativo, os será
más fácil soportarlo,
y poco a poco
constataréis que lo
que antes os
hacía sufrir, ahora
os deja indiferentes. Podríais pensar: “¡Tanto mejor,
el Cielo me
libera!”. Cuantos Iniciados
se han dado
cuenta de que
todas las pérdidas
que habían atravesado,
no servían en
realidad más que
para su liberación.
Por la luz de
la comprensión, de la
noche a la mañana, el mal puede
ser transformado en
bien, mientras que
si no se
le comprende y
no se le
utiliza, sigue siendo
un mal. Si
en el plano
físico los humanos
han llegado a
utilizar las fuerzas
de la naturaleza,
el viento, las
cascadas, las mareas, deben
poder llegar a
ello también en
el terreno psíquico. No
es más que
una cuestión de
actitud. No hay que
luchar, esto es esencial
comprenderlo.
Los ocultistas
que quisieron atacar
al mal, que verdaderamente declararon
la guerra al
mal, murieron por
ello. Se aventuraron
solos contra el
mal y fatalmente
fueron triturados por
él. No digo que un Iniciado
no deba luchar
contra el mal,
pero primero debe
prepararse durante largo
tiempo y purificarse
para permitir que
el Señor se
instale en él con
el fin de que Él
pueda manifestarse a
través suyo con toda Su potencia. Sólo Dios, Él mismo, puede
aniquilar el mal.
Nosotros no tenemos
ni la talla,
ni la envergadura,
ni la potencia,
ni los métodos
para hacerlo. En el
Apocalipsis, se dice que
el Arcángel san
Miguel, a pesar
de su poder,
no va a
aniquilar el mal, sino
que solamente lo
inmoviliza, ¿cómo nosotros pobres
infelices, lo conseguiríamos?.
El mal es
como una fuerza
desorganizada que atormenta
al hombre porque
éste no tiene
todavía la posibilidad
de dominarlo y
de utilizarlo; pero
el discípulo se
vuelve poco a poco dueño de
todas las situaciones
si toma conciencia
y comprende que
lo que considera
en general como
un mal puede
servirle para su
avance espiritual. Puesto
que jamás se
puede llegar a vencer el
mal, hay que
sustituir de ahora
en adelante las
palabras “combatir, matar, desenraizar,
extirpar”, expresión de
conceptos erróneos, por
otras palabras como
“aprisionar, asimilar,
canalizar, orientar, sublimar, utilizar”, que
expresan un concepto
más avanzado, más
espiritual.
Cuando estéis tentados
de considerar un
acontecimiento como un
mal, plantearos la
siguiente pregunta: “¿Es acaso
verdaderamente un mal?. ¿O
es más bien
un bien camuflado?”.
Mientras que no os
planteéis esta pregunta,
vais a luchar
o rebelaros y no
os beneficiaréis de
este mal que
es, en realidad, un bien
que no habéis
sabido ver. Raras
veces los humanos
saben discernir lo
que es bueno
o malo para
ellos. ¡Cuántas veces acostumbra
a considerar como
buenas muchas cosas
que, en realidad,
son verdaderos peligros!. ¡Cuántos éxitos
no han servido
más que para
arrastrar a ciertas
personas a la
catástrofe!. Y por el
contrario, cuántos obstáculos
y fracasos se han
convertido en las
verdaderas causas de
un triunfo futuro
para aquellos que
han sabido realizarlos.
N.N.D.
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