APOCALIPSIS MARIAL (IX)




8)     El Rosario, el arma más eficaz.  También es la más potente para conseguir la paz, dice María, y “por esta cadena bendita que une Cielo y Tierra, me hace Madre de Misericordia, Paloma de Reconciliación, Cena de la Justicia Divina y obtendrá una intervención radical del  Cielo, que podrá fin a los males de la humanidad”.
Dice también a la vidente de Kierizinen: “A cada palabra del Rosario, Jesús deja una gota de Su Sangre sobre el alma del perdón, ya que el Rosario meditado, es un arco Iris de paz que sube sin cesar hacia el Cielo, como una guirnalda de rosas que une vuestros corazones de niños a mi corazón maternal, es la única arma contra las armas. “Es una diadema real, que ponéis sobre mi frente, renovando así un gesto filial que proclama mi realeza; gesta tan dulce a mi corazón y al de mi Hijo, que hizo derramar potencia, sabiduría y amor de la Santísima Trinidad, en un triple río de gracia sobre la Tierra entera. En lo largo de los siglos, varias veces el mundo ha sido salvado por el Rosario. Queréis ganar todas las victorias. ¿Es el campo de batalla como los del amor que deshiela los corazones?. Entonces, rezad el Rosario”.
El Rosario es el potente arma de combate de las batallas espirituales de los últimos tiempos; arma victoriosa sobre todos los ataques y trampas del demonio. Es extraordinariamente eficaz y asociado a la Palabra, que es Espíritu y Vida del Verbo, es el arma universal soberana de los Dos Corazones unidos.
María nos da un Arcano precioso: “Cuando rezáis, pensad firmemente que es Dios quién actúa a través de vosotros, que se expresa por vosotros y vuestras oraciones llegarán a ser extraordinariamente eficaces”.
Para conocer a fondo el secreto del Rosario, hace falta meditar el Secreto de María, de Grignion de Montfort, y descubrir por qué está constituido de 153 Ave María, como los 153 peces de la Pesca milagrosa; de 16 Padre Nuestro y 15 decenas. Es un arma extraordinaria, para abrir camino al Conocimiento, a la Sabiduría, a la santificación y a la Transmutación.
                                    

Conclusión: El Apocalipsis Marial, no lleva símbolos, ni imágenes esotéricas, ni parábolas. Está sin velo alguno, en lenguaje directo, claro y luminoso. Es extraordinariamente rico, vivo y profundo, y al mismo tiempo, en relación directa con el Apocalipsis de Cristo a Juan. Es por consiguiente, una guía segurísima para desvelar éste último.


Non Nobis Domine

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