EVANGELIO DÍA 2 DE MARZO




Jesús les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos le dijo a su padre: Padre, dame la parte que me toca de la fortuna. El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible y él empezó a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Le entraban ganas de saciarse con las algarrobas que se comían los cerdos, y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: Cuantos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino a dónde está mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti y ya  no merezco llamarme hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros. Se puso en camino a dónde estaba su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo.  Pero el padre dijo a sus criados: Sacar en seguida el mejor traje y vestidlo, ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies. Traed el ternero cebado y matadlo, celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado. Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile y llamando a uno de los mozos, le preguntó que pasaba. Éste le contestó: Ha vuelto tu hermano, y tu padre  ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud. Él se indignó y se negaba a entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo. y él replicó a su padre: Mira, en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mi nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos, y cuando ha venido ese hijo tuyo, que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado. El padre le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo; deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado".
(Lucas 15, 3.-11-37)

MEDITACIÓN

Señor, el mejor protagonista de la parábola de hoy es Tu Padre y el mío. Si, me levantaré e iré a mi Padre, porque sé que me perdonará, me lo asegura tu Palabra y lo experimento en mi fe.

Orden del Temple, 2.013