LA IMPRESCINDIBLE REGENERACIÓN (IV)




LOS DESTROZOS PERSONALES

Es imposible tomar conciencia también, de los efectos devastadores, que por ignorancia o indolencia, el mismo hombre provoca en su propia vida, para poderles corregir en lo que le afecta. No trato de establecer una lista exhaustiva, sino de dar una simple orientación, utilizando el esquema tradicional: Cuerpo-Alma-Espíritu.

Ø     El nivel biofísico. En general, hemos recibido un “caballo” en buen estado, pero lo hemos maltratado bastante y quizás nos encontramos con un animal deficiente en varios aspectos. Causas principales de estas deficiencias son en general:

                                                            I.      Una alimentación antinatural y desequilibrada, que debilita todo nuestro organismo y es la causa principal de la mayor parte de nuestras enfermedades.
                                                         II.      Una falta notoria de ejercicios respiratorios y musculares, debida a las condiciones de la vida moderna.
                                                     III.      La absorción de productos tóxicos o venenos, como pueden ser la drogas, medicamentos en exceso y muchas veces automedicados, tabaco, alcohol, excitantes como el café en grado excesivo, que luego conlleva tener que tomar tranquilizantes, por falta de sueño, de un horario reglado para las comidas y el descanso, vicios modernos o antiguos, etc.

El Caballero o la Amazona Blanca, necesitan un buen “caballo” para dar la  batalla, para resistir al enemigo y atacarle. ¿No sabéis que el cuerpo es el Templo del Espíritu, el nuevo Templo?, y por consiguiente, es SAGRADO, y no se le debe profanar ni por dentro ni por fuera. Si vuestro Cuerpo no está mantenido en estado de salud y pureza, vuestra Alma tampoco o difícilmente lo será, y vuestro Espíritu humano, o encontrará fácilmente apertura hacia lo Divino, porque el Espíritu está conectado al Alma y ésta está conectada al Cuerpo, y se producen interreacciones constantes entre ellos.

Ø     En el plano anímico. Asistimos impotentes a la descomposición moral de la sociedad humana, no hay más reglas, principios o tradición que valgan. Todo o casi todo es admitido o permitido, y asistimos a la perversión y depravación oficializadas.
Ø     Solo recordar brevemente lo que es más contrario a los tres votos Templarios, siempre en vigor, aunque más en el Espíritu que en la letra:
                                                            I.      La castidad no es obligación de continencia, sin embargo, existen ciertas reglas que el erotismo, la pornografía y la lujuria contradicen. El adulterio o la violación por pensamiento o sentimiento, revisten siempre la misma gravedad y ensucian el Alma en un grado increíble. Igual en lo que concierne a las lecturas, espectáculos, imágenes o emisiones impuras.
                                                         II.      La pureza del Alma ha exigido siempre y siempre exigirá, una disciplina en la conducta sexual, porque existe una relación biológica, anímica y espiritual entre lo de abajo y lo de arriba. Sin pureza no es posible una vida espiritual.
                                                     III.      La pobreza, el espíritu de pobreza. En nuestro mundo de tinieblas, reina el dios DINERO. Todo se vende y se compra, inclusive las más bellas conciencias. La consideración de las gentes se basa en las riquezas, en los bienes materiales y el pobre es considerado cuanto menos como un tonto y muchos epítetos a cada cual más degradantes. Una publicidad verdaderamente diabólica, incita permanentemente a la adquisición de bienes materiales y de los ilusorios placeres que procuran. Las personas relativamente sanas que bajan la guardia, se encuentran entrenadas en esta loca carrera, y dedican la mayor parte de sus energías en conseguir dinero y poder, siempre más dinero y más poder, alejándose también siempre más, del sabio principio Cristico del total desapego de los bienes terrenales. “Nada para nosotros, Señor”, divisa implacable que revela al auténtico Templario del Espíritu, que no quiere nada para él, sino el servir para la gloria de Dios.
                  IV. La obediencia, la disciplina, la humildad. La divisa satánica “Non Serviam” (no serviré), domina a la sociedad actual. Todos luchan para alcanzar el poder, independencia y autonomía, caiga quien caiga. El demonio del orgullo, enciende los espíritus humanos; la diosa “libertad”, reina en los corazones. En todas partes se proclaman los Derechos Humanos y los deberes, han sido anulados. Individualismo, anarquía, la ley de la selva, violencia, guerras y luchas por todas partes, disimuladas a veces con nombres indescifrables para el hombre común, que no para los gobernantes o políticos de turno de cualquier signo o tendencia política.“Deposuit potentes de sede, et exaltavit humiles”: Dios arrancó a los potentes de su sitio y elevó a los humildes. (Magníficat).

(continuará)

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