EVANGELIO DÍA 7 DE ABRIL



Al anochecer de aquél día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio diciendo: "Paz a vosotros". Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros". Cómo el Padre me ha enviado, así también os envío Yo". Y dicho esto, exhaló Su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; a quien se los retengáis, les quedarán retenidos". Tomás, uno de los Doce, llamado el mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto los dedos en el agujero de los clavos y no meto la mano en Su costado, no lo creo". A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús estando cerradas las puertas y dijo: "Paz a vosotros". Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo: aquí tienes mis manos, trae tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo, sino creyente". Contestó Tomás: ¡Señor mío y Dios mío!". Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído?. Dichosos los que crean sin haber visto". Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de sus discípulos. Estos se han escrito, para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en Su nombre".
(Juan 20, 19-31)

MEDITACIÓN

Señor, como Tomás, te digo sin haberte visto: "Señor mío y Dios mío", porque te siento vivo, santificante y amigo cercano.

Orden del Temple, 2.013