EVANGELIO DÍA 30 DE MAYO



Al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a rotar: "Hijo de David, Jesús, ten compasión de mi". Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten compasión de mi". Jesús se detuvo y dijo: "Llamadlo". Llamaron al ciego diciéndole: "Ánimo, levántate, que te llama". Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: "¿Qué quieres que haga por ti?". El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver". Jesús le dijo: "Anda, tu fe te ha curado". Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
(Marcos 10, 46-52)

MEDITACIÓN

Señor, yo también soy ciego cuando  no veo lo que tú ves y que solo tú puedes curarme. Dame la conciencia de que soy ciego como Bartimeo y que necesito la fe luminosa en tu poder y tu amor.

Orden del Temple+++, 2.013