El
ejemplo más elemental
que todos tenemos
en la mente,
es lo que
hace un imán,
que atrae unas
partículas, otras las
rechaza y otras no se
afectarán.
Esto
también es extrapolable
a las personas,
ya que inconscientemente transmites
tu energía, observando que
tienes cualidades que
son magnéticas y
otras repelentes.
Has
atraído hacia ti toda
cosa y persona
que está en tu
vida. Otras cosas y
personas han salido
repelidas. Muchas
situaciones no ejercen
ninguna influencia magnética
hacia ti. Por ejemplo,
puede que no
atraigas hacia ti
una situación de
hambre o de
falta de techo
sobre tu cabeza
porque no emites
esa vibración que
podría atraérlas.
Un
transmisor de radio
emite en una
frecuencia concreta.
Cualquiera que se
interese por un
programa emitido en
esa longitud de
onda lo puede
sintonizar. Tu también eres
un transmisor. De la
misma forma atraemos
a las personas
hacia nosotros. La gente
que no se
hace eco de
nuestra frecuencia, simplemente
no se siente atraída. Pasan por
nuestro lado sin
detenerse.
La
vibración que emites está
formada por tu energía
consciente e inconsciente, en parte
repelente, en parte
magnética, y en
parte neutra. La ley que
hay detrás es:
“atraemos lo que
es similar a
nosotros”. Por tanto, atraemos
a nuestra vida
personas y situaciones
que tienen vibraciones similares a
las nuestras.
Las
cualidades negativas como
la penuria, la
desesperación, la depresión,
la ambición, la
rudeza o la
desconsideración conducen a
una frecuencia baja. Si
poseemos algunos de estos
elementos en nuestra
naturaleza, magnetizaremos a
alguien de energía
similar hacia nuestra
vida. Las cualidades
como el amor,
la gentileza, la
dicha, el deleite
o la generosidad transmiten
una energía de frecuencia elevada
y también magnetizan
a personas de
energía similar.
(continuará)
Orden del Temple+++