EVANGELIO DÍA 25 DE MARZO




En aquel tiempo, envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, a visitar a una joven virgen llamada María, que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David. El ángel entró donde Ella estaba y le dijo: “¡Te saludo, favorecida de Dios!, el Señor está contigo”. Cuando vio al ángel, se sorprendió de sus palabras y se preguntaba que significaría aquel saludo. El ángel dijo: “María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta, tendrás un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Altísimo, y Dios el Señor, lo hará rey, como Su antepasado David y reinará por siempre en la nación de Israel. Su reinado no tendrá fin”. María preguntó al ángel: “¿Cómo podrá suceder esto si no vivo con ningún hombre?”. El ángel le contestó: “El Espíritu Santo se posará sobre ti como una nube. Por eso el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu parienta Isabel, a pesar de ser anciana, va a tener un hijo; la que decían que no podía tener hijos está encinta desde hace seis meses. Para Dios, no hay nada imposible”. Entonces María dijo: “Soy la esclava del Señor. ¡Que Dios haga conmigo como me has dicho!”. Con esto, el ángel se fue.
(Lucas 1, 26-38)


MEDITACIÓN

Absolutamente todos y cada uno de nosotros, estamos invitados a seguir a Jesús, a realizar en nosotros la Voluntad de Dios, que muchas veces no entendemos ni es fácil de cumplir. Pero que nos quede claro, que Dios está con nosotros, cómo el ángel estuvo con María, bendiciéndonos y dándonos la fuerza necesaria para hacer lo que nos pide. Nunca va a pedirnos más, de lo que nuestras posibilidades permitan.

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