EVANGELIO DÍA 6 DE MARZO




Jesús les contó esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos. El más joven dijo: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde. Y el padre repartió los bienes. El hijo menor, vendió su parte y se marchó lejos, donde todo lo derrochó. Al fin se puso a pensar ¡cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra!. Volveré a mi padre. Así regresó. Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio, corrió a su encuentro y lo recibió con abrazos y besos. El hijo le dijo: Padre, he pecado contra Dios y contra ti y no merezco llamarte tu hijo. Pero el padre ordenó: Vamos a comer y hacer fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir, se había perdido y lo hemos encontrado. Entretanto, el hijo mayor llegando cerca de la casa, oyó la música y el baile. Tanto le irritó esto que no quería entrar. Respondió a su padre: Tu sabes cuantos años te he servido y jamás me has dado siquiera un cabrito. En cambio, ahora llega este hijo tuyo, que ha malgastado tu dinero con prostitutas, y matas para él el becerro cebado. El padre contestó: Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero ahora debemos hacer fiesta y alegrarnos, porque tu hermano que estaba muerto, ha vuelto a vivir”.
(Lucas 15, 1-3. 11-32)

MEDITACIÓN

Una de las señales indicadoras del seguimiento de Jesús, es nuestra presencia humilde entre los demás. Así se hace viva y activa la gracia de Dios.

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