EVANGELIO DÍA 2 DE ABRIL



En aquel tiempo Jesús contó esta otra parábola para algunos que se consideraban a sí mismo justos y despreciaban a los demás: “Dos hombres fueron al templo a orar, el uno era fariseo y el otro era uno de esos que cobraban impuestos para Roma. El fariseo puesto de pie, oraba así: Oh Dios, te doy gracias porque no soy cómo los demás, ladrones, malvados y adúlteros. Ni tampoco soy como ese cobrador de impuestos. Ayuno dos veces por semana y te doy la décima parte de todo lo que gano. A cierta distancia, el cobrador de impuestos ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ¡Oh Dios, ten compasión de mi que soy pecador!. Os digo que esta cobrador de impuestos volvió a su casa perdonado por Dios, pero no el fariseo. Porque el que a sí mismo se engrandece será humillado y el que se humilla será engrandecido”.
(Lucas 18, 9-14)

MEDITACIÓN

¿Cómo soy yo?. ¿Qué imagen de mi mismo oculto y qué saco a la luz?. El fariseo se define y entiende desde los demás, el publicano desde el fondo de su corazón y eso marca la diferencia. Señor, sabes que quiero ser buena persona, orar e ir al templo, pero sólo Tú puedes iluminar la confusión y el engaño con que vuelvo a casa muchas veces, vacía, porque se que no has podido mirarme allí donde no te he dejado.

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