EVANGELIO DÍA 10 DE MARZO



Jesús dijo esta parábola a los fariseos y  escribas: "Un hombre tenía dos hijos, el menos de ellos dijo a su padre: Padre, dame lo que me toca de la fortuna". El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente, Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse con las algarrobas que comían los cerdos, y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces se dijo: Cuantos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino a donde está mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti y ya no merezco llamarme hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros. Se puso en camino a donde estaba su padre, cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió, y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarle. Su hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: Sacad enseguida el mejor traje y vestidlo, ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies, traed el ternero cebado y matarlo; celebremos un banquete, porque mi hijo estaba muerto y ha revivido , estaba perdido y lo hemos encontrado. Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile y llamando a uno de los mozos, le preguntó que pasaba. Éste le contestó: Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud. Él se indignó y se negaba a entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: Mira, tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mi nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos, y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado. El padre le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo, deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado".
(Lucas 15, 11-32)

MEDITACIÓN

Señor, tú sabe que soy un gran pecador, necesito que me ayudes a ser humilde y no mejor que los demás, porque tengo muchos defectos en mi comportamiento, y deseo ser mejor, para poder ser un hijo  que alegra a su Padre.

Orden del Temple, 2.013