EVANGELIO DÍA 3 DE ABRIL



Dos discípulos de Jesús, iban a una aldea llamada Emaús. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a conversar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traéis por el camino?". Ellos le contestaron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo, cómo lo entregaron los Sumos Sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran. Nosotros esperábamos que Él fuera el futuro libertador de Israel. Y ya ves, hace ya dos días que sucedió esto. Algunas mujeres fueron muy de mañana al sepulcro, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros, fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron". Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas!. ¿No era necesario que el Mesías padeciera para entrar en Su gloria?". Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó todo lo que se refería a Él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le apremiaron diciendo: "Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída". Y entró para quedarse con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él desapareció. Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?".
(Lucas 24, 13a. 15-17a. 19b-12)

MEDITACIÓN

Señor, Tú que todo lo puedes y tanto me quieres, me sales al paso para que te reconozca resucitado, con tu Palabra y con tu gesto de partir el pan, iluminas mi vida.

Orden del Temple, 2.013