LA PIEDRA FILOSOFAL (III)




Cuando la mitad de la energía sexual del hombre se desglosó para construir el cerebro, quedose desvalido e ignorante de cómo dominar su condición. Ni siquiera sabía conocer las dificultades y la humanidad hubiera perecido de no recibir ajeno auxilio. En consecuencia, los ángeles lunares, que eran los guardianes de la humanidad, congregaban periódicamente los sexos en espaciosos templos, cuando las interplanetarias líneas de fuerza eran propicias a la procreación, y así perpetuaban la raza humana. 

También se resolvió que una vez acabado de construir el cerebro, los Señores de Mercurio, Hermanos Mayores de nuestra humanidad y de excelsa inteligencia, nos enseñarían a usar la mente y darle creadora eficacia, de modo que ya no dependeríamos por más tiempo del prevaleciente procedimiento de generación sexual. Así, por obra de dichas dos grandes Jerarquías se había de alzar la humanidad de la inconsciencia hasta la primera tea de la inteligencia creadora, desde la planta hasta el dios.

También sabemos que frustraron este plan los espíritus de Lucifer, los rezagados de la humanidad del período lunar, que moran en el planeta Marte. Necesitaban estos espíritus un físico cuerpo de acción; pero como de por sí eran incapaces de crearlo, movioles el egoísmo a enseñar a la humanidad la manera de por la cooperación de sexos crear en cualquier tiempo un nuevo cuerpo; y a fin de que hubiera incentivo para ello, infundieron en el linaje humano la  pasional naturaleza que hoy poseemos.

Así los antiguos alquimistas designaron con el nombre de Sal a los Angeles de la Luna que gobiernan las salobres mareas. Observaron que para las funciones de la mente es necesaria cierta cantidad de sal en la sangre, así como el exceso de sal ocasiona la demencia, según demuestra la experiencia de los náufragos que se volvieron locos o lunáticos por haber bebido el agua marina que contiene el lunar elemento Sal. Por este motivo relacionaban los alquimistas la Luna con la mente.

Los ígneos espíritus de Lucifer que tan funestamente habían intervenido en la evolución del hombre se asociaron con el ígneo elemento Azufre. A los alquimistas decían que la continua inhalación de este elemento desvanecía al hombre y lo mataba. De la propia suerte, el hombre espiritual queda inconsciente y muere para los mundos espirituales si se asimilan las enseñanzas que le imbuyen los espíritus de Lucifer.

(continuará)

Orden de Sión+++