LA PIEDRA FILOSOFAL (VII)




En el trascurso de la evolución, el hombre ha trascendido la etapa vegetal, cuyo poder creador se limita al mundo físico, y se asemeja a los dioses en que posee poder creador en los planos físicos y mental, con libre albedrío e inteligencia para dirigir su poder.

Se obtuvo este resultado desglosando la mitad de la energía sexual y dirigiéndola hacia arriba para construir el cerebro y la laringe, órgano que todavía están alimentados y nutridos por la realzada mitad de la energía sexual.

Pero mientras los dioses emplean toda su fuerza creadora en propósitos altruistas con el poder de la mente, todavía el hombre desperdicia la mitad de su fuerza creadora en los deseos y placeres sensuales.

Por lo tanto, quien aspire a ser como los dioses debe aprender a dirigir hacia arriba toda su energía creadora y emplearla enteramente según las órdenes de la inteligencia. Sólo así podrá el hombre ser como los dioses y crear por el poder de su mente y de la Magna Palabra que equivalga al fiat creador.

Recuerde el hombre que un tiempo fue hermafrodita como la planta y capaz de procrear por sí mismo. Mire ahora el porvenir a través de las perspectivas del pasado y advierta que su presente condición unisexual es tan sólo una temporal fase de evolución y que en futuros tiempos ha de dirigir toda su energía creadora hacia lo alto, de modo que será espiritualmente hermafrodita, y capaz de plasmar sus ideas y enunciar la viviente palabra que les infunda vida y las haga vibrar con vital energía. Así expresada la dual energía creadora por medio del cerebro y la laringe es el elixir de vida que brota de la piedra viva del filósofo espiritualmente hermafrodita.

El alquímico proceso de enardecer y realzar esta energía se efectúa en la columna vertebral, donde se hallan la sal, el azufre, el mercurio y el ázoe. Los nobles y altos pensamientos, la meditación sobre puntos espirituales y el altruismo manifestado en la vida cotidiana ponen incandescente la médula espinal.

(continuará)

Orden de Sión+++