LA IMPRESCINDIBLE REGENERACIÓN (VIII)




La Regeneración del Alma

El Alma, como intermediario, también llamado “mediano plástico” entre el cuerpo y el Espíritu, es naturalmente doble, con una parte inferior más afín al cuerpo y una parte superior más afín con el Espíritu. El Alma, la psique en griego, es lo que llamamos el psiquismo, cuya ciencia ha conocido un extraordinario desarrollo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Por ella bañamos en el psiquismo colectivo de la humanidad, de la raza, y más particularmente a la sociedad a la cual pertenecemos y de la cual recibimos en permanencia impulsos y estímulos que nos incitan a actuar de cierto modo. Nuestra Alma contiene un montón de cosas, la mayor parte de ellas, generalmente ocultas, aunque a veces el velo se rasga para unos, como por ejemplo una revelación fortuita de encarnaciones anteriores. Es una incógnita para cada uno, y uno de nuestros principales desafíos es el de ir al encuentro de nuestra propia Alma, que es lo que también se ha llamado “la bajada a los infiernos”.

Sin embargo, todos conocemos suficientemente nuestra propia Alma, para saber que debemos someterla a unos procesos rigurosos de Regeneración con objeto de purificarla, de traer en ella la Luz; de hacer de ella el Santuario Sagrado donde recibir la Vida y con la Vida la Santa Trinidad.

Nuestra Alma está habitada, invadida por lo que es corriente llamar “demonios familiares”, los defectos y vicios adquiridos, pequeños o grandes, que nos mantienen en esclavitud. Aquí, los consejos prácticos del proceso Iniciático del Capítulo 4º de Juan, serán muy útiles, en particular el 4º y 5º párrafo. Para establecer la lista de nuestros defectos pequeños y grandes, se recomienda pasar revista a los vicios opuestos a las grandes virtudes, que confieren los 7 Dones del Espíritu Santo:

Ø     Al Don de temor de Dios, la soberbia, la vanidad y la jactancia.
Ø     Al Don de Fortaleza, la flojedad, la inconstancia, el amor al confort, al lujo, la debilidad ante las tentaciones mundanas.
Ø     Al Don de Piedad, la dureza del corazón que nace del amor desordenado a nosotros mismos, que atañe particularmente a los poderosos de este mundo, a los ricos avaros, a  las personas sensuales, a los científicos enamorados de su ciencia.
Ø     Al Don del Consejo, la precipitación, la temeridad y también la lentitud excesiva.
Ø     Al Don de la Ciencia, la ignorancia, la debilidad mental, el aferramiento a los propios errores, la vana presunción.
Ø     Al Don del Entendimiento, la ceguera espiritual y el embotamiento del sentido espiritual. La primera está producida por la lujuria, es decir, fuerte aplicación a lo carnal) y la segunda por la gula.
Ø     Al Don de la Sabiduría, la apatía o necedad espiritual, la falta de fe, a lo que contribuyen la lujuria y también la ira.

Por dos veces se llama nuestra atención sobre la lujuria, tan favorecida y propagada en la sociedad actual, porque la lujuria es el obstáculo principal a la pureza, y que para alcanzar lo espiritual, la castidad es necesaria.
  
La castidad, es sobre todo  un estado de pureza del alma, impermeable a todo lo que es obsceno, libidinoso, lúbrico. Tenemos que enseñar a nuestros hermanos las reglas de la castidad: No basta con alejarse de la fornicación, hace falta también mantener bajo control en todo momento nuestros instintos, nuestros deseos impulsivos, nuestros sentimientos, nuestra imaginación y hasta nuestro pensamiento, pues todos ellos nos cubren de lujuria. La violación por imaginación y pensamiento, es tan grave como el acto mismo, deja en el Alma la misma secuela lúbrica Y nosotros necesitamos ser limpios, puros, luminosos, justos, santos y os hablaré más delante de la santidad, para conseguir nuestra meta que es la Regeneración, primer paso hacia la transmutación.

(continuará)

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