EVANGELIO DÍA 3 DE MARZO




Yendo camino de Jerusalén, llamó Jesús aparte a sus doce discípulos y les dijo: “Como veis, ahora vamos a Jerusalén. Allí el Hijo del Hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los extranjeros para que se burlen de Él, le golpeen y lo crucifiquen, pero al tercer día resucitará”. La madre de los hijos de Zebedeo se acercó con ellos a Jesús y se arrodilló para pedirle un favor. Jesús le preguntó: “¿Qué quieres?”. Ella le dijo: “Manda que estos dos hijos míos se sienten en Tu Reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Jesús contestó: “No sabéis lo que pedía. ¿Podéis beber la copa amarga que voy a beber yo?”. Le dijeron: “Podemos”. Jesús les respondió: “Vosotros beberéis esa copa de amargura, pero el sentaros a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a Mí darlo. Será para quienes Mi Padre lo haya preparado”. Cuando los otros diez discípulos oyeron todo esto, se enojaron con los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Sabéis que, entre los paganos , los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos y los grandes descargan sobre ellos el peso de su autoridad. Pero entre vosotros no debe ser así. Al contrario, el que entre vosotros quiera ser grande, que sirva a los demás y el que entre vosotros quiera ser el primero que sea vuestro esclavo. Porque del mismo modo que el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido sino para servir y dar Su vida en pago de la libertad de todos”.
(Mateo 20, 17-28)

MEDITACIÓN

A nuestro alrededor, siempre encontraremos personas encadenas a la pobreza, injusticia o a sus propias limitaciones. Seguir a Jesús es ir allá donde está esta gente, para ayudarles a redimir su soledad o sufrimiento.

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