LA FORTALEZA (I)



Las personas que tienen fortaleza, podemos definirlas como aquellos que no tienen animosidad, mucha confianza en sí mismos, esperanza en la victoria, decisión, valor, coraje, firmeza, energía, constancia, aguante, entereza, vigor, tenacidad, valentía, soportar cosas extraordinarias, emprender acciones difíciles, exponerse a los daños más temibles, superar los trabajos más rudos, sobrellevar las penas más horrendas. Y todo esto, de forma constante y de forma heroica, lo que robustece el alma para resistir cualquier dificultad o peligro, proporcionándoles la invencible confianza que los superará de hecho. Todo eso es fortaleza, y todo eso es lo que debe tener un Caballero o Amazona Blanca de la Orden del Temple, Milicia del Cristo.

Lo contrario a la fortaleza es la depresión, el decaimiento, la flaqueza, el languidecimiento, aplanamiento, agotamiento y desfallecimiento. Antítesis de la fortaleza son la presunción, acometer empresas superiores a nuestras fuerzas; ambición que impulsa a procurarnos honores indebidos por merecimientos; vanagloria que busca fama y que es hermana de la jactancia, hipocresía, discordia, desobediencia, pusilánime y cobardía. Aquí vemos lo que nunca debe ser y tener un Caballero o Amazona Blanca de la Orden del Temple.

La fortaleza, no es ausencia de miedo, ni la sabiduría para disiparlo, ni la habilidad para eludirlo, sino la capacidad para enfrentarlo; afrontar lo que nos hace temblar y la actuación que ignora el peligro que se corre. La persona pusilánime, inhibida, hipersensible, no puede afirmarse en el mundo, algo pavoroso está a su acecho que puede aplastarla en cualquier momento. Es hipocondriaca por vivir más atenta a sus propias dolencias reales o supuestas que a sus interlocutores.
  
Las personas que son así, vuelven contra ellas los conflictos, sufren por sufrir, se refugian en la derrota, huyen o caen en el conformismo. Es necesario reconocer que solos no podemos y que siempre tenemos que pedir ayuda en diversos grados. Por miedo a la acción, mucha gente se neurotiza y no hace nada, pero por otra parte, siempre hay quien nos quiera ayudar a saber, a querer y a poder.

He aquí la condición de una persona fuerte: Afrontar libremente los más grandes riesgos, después de haber pensado mucho lo que hay que hacer. La persona posee la virtud de la fortaleza cuando, sabiendo a lo que se enfrenta y conociendo las dificultades, aguanta el tipo, resiste y continúa trabajando por amor al bien, sin dejar que el miedo a los males perecederos le hagan abandonar bienes superiores inclinándose ante lo que hay que temer. Para eso hace falta valentía sostenida, ya que la fortaleza no es la virtud del primer instante, pues a veces se necesita más valor para continuar afrontando la adversidad que para luchar contra ella en el primer momento.

El prestigio de que goza, no depende de las sociedades ni de las épocas ni siquiera de los individuos, pues en todas partes se desprecia la cobardía y se elogia la bravura: El coraje, es la virtud de los héroes. Llamarle a uno cobarde es una injuria, pero llamarle fuerte y valiente es tributarle un homenaje. En realidad, sin la sabiduría, el esfuerzo es ciego, sin el esfuerzo, la sabiduría es impotente, si falta conocimiento, no hay voluntad, sino instinto, pero si falta la voluntad, el conocimiento es inútil.

(Continuará)

Copyright. Todos los derechos reservados. Orden de Sión