EVANGELIO DÍA 24 DE OCTUBRE



Un sábado se puso Jesús a enseñar en la Sinagoga. Había allí una mujer que estaba enferme desde hacía dieciocho años. Un espíritu maligno la había dejado encorvada y no podía enderezarse para nada. Cuando la vio, Jesús la llamó y le dijo: “Mujer, ya estás libre de tu enfermedad”, Puso las manos sobre ella y al momento la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios. Pero el jefe de la Sinagoga, enojado porque Jesús la había sanado en sábado, dijo a la gente: “Hay seis días para trabajar, venid cualquiera de ellos a ser sanados y no el Sábado”. El Señor le contestó: “¡ Hipócrita!, ¿no desata cualquiera de vosotros su buey o su asno en sábado para llevarlo a beber?. Pues a esta mujer, que es descendiente de Abraham y que Satanás tenía atada con esa enfermedad desde hace dieciocho años, ¿acaso no se la debía desatar aunque fuera en sábado?”. Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos se quedaron avergonzados, pero toda la gente se alegraba viendo las grandes cosas que Él hacía.
(Lucas 13, 10-17)

MEDITACIÓN

Esta mujer es como un espejo de mi persona o mis procesos. El mal me aplasta, me deja triste, me centra en mí, me impide mirar de frente. Jesús me devuelve la dignidad, desata mi lengua para que cante y alabe y lo hace en medio de los que han visto mi dolor y de los que se resisten a ver que toda vida puede ser renovada con la fuerza de Dios.

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